Otro talibanciño, de nombre Paulino Vázquez y al parecer empleado de la Xunta de Galicia - su dirección de correo electrónico así lo indica - me manda otro correo insultante. El nombre del primer talibanciño no lo publiqué, pero como este es un trabajador público cuyo sueldo contribuyo a pagar con mis impuestos y cuya dirección de correo mantengo, me veo en el derecho de poner su patronímico negro sobre blanco. En fin, cousas veredes e non as creeredes, que decía mi pobre abuela. A todo esto, el cernícalo trabaja en la Consellería de Educación... sin comentarios.
En fin, vamos a otras cosas. Esta semana estuve en Barcelona, en el fallo del premio Seix Barral. Se lo han dado a Clara Usón por la novela "Corazón de napalm". No he leído nada de ella, pero Rosa Montero, que sí lo ha hecho, me dice que es una excelente escritora. Me encontré con Ricardo Menéndez Salmón, cuya novela, "El corrector", está a punto de salir a la venta. Es un tipo excelente y un escritor extraordinario. Me habla de su hija Vera, que lo tiene consumido - por las noches en vela - y embobado. Con David Trueba y Ángela Vallvey coincidí en la estación del AVE. Alguien contó que la mitad de los escritores habían viajado en un tran anterior.
- Es una medida inteligente - apuntaba David - nos dividen en dos grupos porque así, si el tren descarrila, no se queda el país sin escritores.
- Eso, como hacen con la familia Real.
A David lo conozco muy poco, pero es un tipo estupendo y divertidísimo a pesar de su aspecto grave. Coincidí con él en la radio el día que localizaron a Sadam Hussein, y en vez de hablar de libros y de cine tuvimos que hablar de Irak. También me encuentro a Luisa Castro, a quien no veía desde que se fue a Santiago. Luego, en el almuerzo, me siento entre Luis Antonio de Villena y Vicente Molina Foix, y ante el ejercicio de ingenio y mordacidad que emplean con todo y contra todo tengo la impresión de estar de más. El café - y la copa - lo tomamos en otra mesa, con mi agente, Antonia Kerrigan su marido, Ricardo, Carlos Revés, Espido Freire y Sonsoles, que a pesar de su aspecto angelical lleva con mano firma los asuntos de derechos de Autor en Planeta. Me dejo el gintonic a la mitad, porque tengo billete para el ave de las seis y media y Fernando Marías, con quien he quedado para el regreso, se poner nervioso con la amenaza de llegar tarde.
- Déjame que le de otro traguito
- Nos vamos a quedar en tierra.
- Hay otro ave a las siete y media - Carlos Revés, muy misericordioso, se compadece de mí.
- Ya, pero llega tardísimo.
Cuando nos vamos, me encuentro en la puerta con Juan Cerezo y Félix Romeo, que se van a tomar otra copa, y maldigo mi falta de previsión al no haber cogido el puente aéreo en lugar del tren. En el Puente te marchas cuando te da la gana, es decir, cuando se acaban las copas y la juerga. Eso sí, el viaje de vuelta resulta muy divertido. Antes de salir, los del ave nos hacen una foto delante del tren a Fernando Marías, Ángela Vallvey, a Rosa Montero, a Ángeles Caso y a mí. Alguien comenta que tendría gracia que se pusiese en marcha y nos quedásemos en tierra, y Ángeles dice que ya le pasó algo así.
- Iba a no sé donde, y el tren paró en Albacete. Me bajé a fumar un cigarrito y arrancó sin mí. Me quedé en el andén sin bolso, sin documentación y sin dinero. Sólo tenía en la mano el paquete de tabaco y el móvil.
Cuando llegó a Madrid tendo un extraño dolor de riñones que no me explico hasta que recuerdo que he estado dos horas y media doblada en el asiento para hacer tertulia con Carmen Ramírez y con Ángela Vallvey.
El martes y el jueves los paso en colegios, en encuentros con chicos de secundaria que han leído mi libro "Otra vida para Cristina". Es bueno tener ocasión de escucharlos y de que me escuchen. Les hablo de "Casablanca". Ninguno la ha visto, pero me piden que les cuente de qué va. Reconocen que la historia es buena, y les pido que dediquen dos horas al talento indiscutible de Michael Curtiz. El miércoles doy una clase sobre crítica literaria en el máster del CEU. La última media hora la pasamos hablando de libros más que de críticos, pero pido a los alumnos que no cuenten que me he saltado parte del programa.
Hoy he desayunado con Martín y con Reig. Hemos pasado nuestra cita a los viernes porque nos venía mejor a todos. La semana pasada Rafael no vino porque había quedado con Seamus Heney, el Premio Nobel de Literatura.
-Hombre, Reig, me alegro de verte.Pensé que a lo mejor te llamaba Naipaul, o Doris Lessing, y nos ibas a plantar otra vez.
Rafael sabe que lo que me joroba es que los Premios Nobel prefieran quedar con él que quedar conmigo. Claro que, si yo fuera premio Nobel, también llamaría a Rafael Reig para tomar algo antes que llamarme a mí.
Pedimos churros y zumos de naranja. Ellos café, yo chocolate, porque llevo toda la semana a re´gimen espartano y me he apuntado a una teoría que se ha inventado Rafael, y según la cual lo que se come por la mañana no engorda nada.
- ¿Estás seguro, Reig?
- No, seguro no. Pero ¿a que está bien pensado?
Pues eso, churros y chocolate,y zumo natural, que es sanísimo y tiene mucha vitamina C.
Hablamos de libros. Martín está leyendo la recopilación de relatos sobre la guerra civil que ha hecho Ignacio Martínez de Pisón. Dice que le está gustando. Rafael nos recomienda un volumen sobre el mismo tema publicado en Crítica y titulado "Recuérdalo tú, cuéntaselo a otros", a su entender uno de los mejores libros sobre nuestra guerra, articulado a base de testimonios. Yo les hablo de otro descubrimiento: "La noche de los cristales rotos", de Martin Gilbert, publicado en siglo XXI, y que gira sobre los antecedentes y sucesos de la "kristallnacht".
Martin nos ha traído el primer ejemplar de "La jauría y la niebla", que sale a la venta el 3 de marzo. Ha quedado muy bien. Es, seguramente, la mejor novela de Martín - con permiso de "La primavera corta, el largo invierno", y tiene una primera página absolutamente sublime. Es imposible que no vaya bien.
Hablamos luego de la cacería de Bermejo y Garzón, y Reig nos lee el artículo que sobre el tema ha sacado hoy en el diario "Público". Lo podéis leer en
www.blogs.publico.es/rafaelreig . Es estupendo, valiente y un sano ejercicio de limpieza por parte de un tipo, Reig, que pertenece a la auténtica izquierda, esa que aún es capaz de escandalizarse cuando se violan los fundamentos de la división de poderes, sea en favor de quien sea. Así da gusto leer periódicos. Y ser ciudadano. Y mojar los churros en el chocolate, aunque la teoría de Reig sobre los desayunos contundentes sea más falsa que los billetes de siete euros
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