domingo, 22 de febrero de 2009

Contando los días

Cuento los días que me separan del 17 de marzo, y pienso que todavía son demasiados.
Paso esta semana entre viaje y viaje: primero, a Galicia, a visitar diez colegios donde han leído mis libros infantiles. Es divertidísimo reunirse con los chicos: no se callan nada, lo dicen todo, son cariñosos y naturalmente amables. Aprovecho mi estancia para ver a amigos. En Santiago, Darío, que me acompaña en el viaje, me ha preparado una sorpresa organizando una comida con la madre Macamen, que dirigía el colegio de la Compañía de María donde hice la EGB y que es ahora superiora del centro que la Orden tiene en Santiago. Paso dos horas preciosas recordando aquellos tiempos. Le recordé a Macamen mi perplejidad cuando vi por primera vez a aquellas religiosas que llevaban vaqueros y camisas de cuadros. Aquel era un colegio transgresor y modernísimo que, en los primeros días del posfranquismo, prestaba las instalaciones para reuniones políticas del Partido Comunista.

El martes ceno con Fernando Marías, con quien coincido en La Coruña por casualidad, y dos tipos estupendos, Javier Pintor y Xabier Seoane. Eligen un restaurante que no conozco, la Buena Sombra, y piden tantas cosas ricas que me olvido de las precauciones y del régimen. Bebemos vino, tomamos helados artesanos para el postre y hacemos planes para el próximo encuentro.

El miércoles, antes de marcharme de Galicia, desayuno con Marta Rey, que acaba de dejar la direción de la Fundación Barrié. Más pierde la Fundación que ella: Marta es inteligente, extrordinariamente trabajadora, capaz y una de las personas mejor preparadas que conozco. "Pero eso - le digo - es un obstáculo cuando hay que nadar entre mediocres." Ella se ríe, y las dos entendemos. Quedamos en vernos más ahora que va a dedicarse de lleno a su trabajo como profesora en la Universidad.

El miércoles vuelvo con el tiempo justo para hacer el programa de radio, "Afectos en la noche", donde coincido con Óscar López, Rafael Vallbona y Silvia Tarragona, y, al día siguiente, a las once, tomo el avión a Milán, donde voy a hacer uno de los reportajes más bonitos de mi vida. Llego a mediodía, y, como se han concentrado en una sola sesión las entrevistas y las fotos, dispongo de toda la tarde para mí. No hay nada más apetecible que una tarde por delante en una ciudad que te gusta, sin ningún compromiso ni nada que hacer.

De camino a la pinacoteca de Brera, donde hay una pequeña exposiciónde Caravaggio, hago una parada en La Anticca Focacceria de San Franciso, donde puedes elegir entre una docena de focaccias variadas y los pasteles más ricos de la ciudad. Hay mucha gente, y cuando estoy decidiendo cual de esas exquisiteces voy a pedir, la dependienta pone delante de mi una bandeja a rebosar de diferentes variedades en trocitos minúsculos. Y ¿qué va a pensar alguien de Lugo, habituada a la esplendidez de las tapas de los bares? Pues que se invita a los clientes a degustar el producto. Así que, no sin cierta indolencia, pruebo la focaccia de anchoas y tomate y otra cubierta de calabacines asados. Me decido por la primera y, cuando ya estoy pidiendo, un tipo trajeado y guapo se lleva la bandeja, que no era cortesía de la casa, sino su almuerzo. Me pongo colorada hasta la raíz del pelo. Otro chico, que ha presenciado la escena - supongo que encantado - medice, muerto de risa: "tranquila. No cogiste mucho, y, además, ese tío no parece muy simpático". Me llevo a una esquina mi focaccia, mi vergüenza y mi desconcierto, y como en dos bocados. Me llevo fuera el postre - una especie de buñuelo relleno de crema -deseosa de huír para siempre de mi metedura de pata.

En la pinacoteca, la visión del Cristo de Mantegna me reconcilia conmigo misma. Paso en el museo un par de horas, a pesar de que el claustro, una joya de columnas ligeras como el aire, está cerrado por obras. Camino luego hasta la calle Montenapolone. Ya no hay rebajas, pero las tiendas de lujo están a rebosar de japoneses y damas altas y bellas que no se quitan las gafas de sol. Tomo un chocolate en Ovo, la antigua pastelería donde recalan los compradores rodeados de bolsas de Prada, de Versace y de Armani, y luego sigo caminando hasta el Duomo. La última vez que estuve en Milán la fachada estaba cubierta de lonas, asíque disfruto al verla limpia y libre de andamios. Luego subo a la última planta de los almacenes Rinascente y bebo algo en la terraza con vistas a los tejados de la catedral, y antes de regresar a mi hotel - que es horrible, dicho sea de paso - paseo brevemente por las galerías Vittorio Emmanuele. Hace un frío espantoso: apenas dos grados, amenizados por el viento, pero al menos no llueve. Al llegar al hotel, caigo en la cama y duermo como un leño.

Al día siguiente, mi cita es a las nueve. El trabajo va como la seda: ´las cosas no podrían haber salido mejor. No puedo contar más de la historia, pero es la más bonita de todas cuanto he escrito, y cuando al terminar cojo el taxi con destino al aeropuerto me invade una notable sensación de triunfo. Acaricio sin darme cuenta la libreta de notas y la grabadora con másde dos horas de conversaciones, y pienso que ha sido una muy buena semana. Y encima, cada vez falta menos.

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11 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Me dan ganas de volver a Milán después de leerte, pero sobre todo de salir a cenar. Creo que me voy a acercar al Nuria.

23 de febrero de 2009, 12:16  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Ay, pero qué graciosa eres...Se podría publicar un libro con "meteduras" de escritores. No hay nada más sano que reirse de uno mismo, y aún mejor, contarlo con gracia.
Yo también estoy pendiente del día 17. Me lo voy a regalar de cumpleaños, que es el 13...
Besos
Pepa

24 de febrero de 2009, 9:07  
Anonymous Anónimo ha dicho...

puesyo iba a contar una historia de aristocratas gullotinados revolucionariosy
alguna otra cosa,
de un pequeño viaje al fin dela noche
pero elescritor no soy yo,
conocer el precio de lo insolito,
ademas se estara
ocupado/a
con esta campaña elctoral VOCINGLERA,-conmigo no cuenten-
sua bajas pasiones estaran rebosantes estos dias conlos mensajes de los candidatos,
y esta
no era
mas q de alegria finita
nana rara raranana

25 de febrero de 2009, 12:50  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Recuerdo la camisa de cuadros y los vaqueros de la monja. Pero tambien que ¡¡¡fumaba!!!.
Creo que el paso por la Compañía de aquella época ha impreso un elemento diferenciador en todas nosotras. A pesar de los años lo sigo encontrando en aquellas con las que todavía mantengo contacto.
No sabría definirlo. A lo mejor es simplemente CURIOSIDAD
Un abrazo, Marta

25 de febrero de 2009, 12:58  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Macamen fumaba??? Pero no era Julia la de inglés???
Me estará fallando la memoria,? y si Carmen, coincido contigo ...algo imprimió en nosotras aquel colegio de monjas tan progres...¡ojo¡ que también las había de hábito..pero la convivencia era perfecta, las de uniforme y las de vaqueros y nosotras.
Yo guardo un recuerdo inmejorable de aquellos años y en concreto de Fina...todavía se me llenan los ojos de lágrimas recordándola.
En fin...Ojalá siguiera aquel colegio tal y como lo recuerdo , seguro enviaría alli a Alberto(cuando tuviera edad...).
Recordais aquella foto de anuario que éramos unas renacuajas de uniforme...no sé a lo mejor tendríamos unos 5 o 6 años ..qué tiempos.
Y el coro?? Que buenos ratos ....
Tenemos que reunirnos y recordar..no podemos olvidar todo aquello , tenemos que hablar de ello, si no, morirá.
Besos a todas
Esther

25 de febrero de 2009, 13:30  
Anonymous Anónimo ha dicho...

YO creo que la más progre, la que fumaba era la madre Camila, que luego se fue a América de misionera. Petenecía a una familia muy conocida de La Coruña, los Cobián.¿Vale?

25 de febrero de 2009, 14:28  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Yo tambien cuento los dias en la librería Souto de Lugo me reservaran 5 ejemplares para regalar y 1 para mi. Lei el de Otra vida para Cristina este fin de semana me encantó . Gracias por recomendarmelo. Espero que a las niñas de mis primas les guste pues ya he comprado para las 3.Un abrazo. Carmen

26 de febrero de 2009, 2:37  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Yo tambien cuento los dias en la librería Souto de Lugo me reservaran 5 ejemplares para regalar y 1 para mi. Lei el de Otra vida para Cristina este fin de semana me encantó . Gracias por recomendarmelo. Espero que a las niñas de mis primas les guste pues ya he comprado para las 3.Un abrazo. Carmen

26 de febrero de 2009, 2:37  
Blogger Daniel C. ha dicho...

¡Ya queda menos para el día 17! Hacía tiempo que no podía visitar el blog, y me llena de ilusión saber que ya queda poco para poder disfrutar de tu última obra. Así cuento los días, mientras que termino de leer otra novela (ésta más cómica, "El asombroso viaje de Pomponio Flato") de otro de mis artistas favoritos.
¡Muchas felicidades, Marta! Estoy ya contabilizando los días que quedan...

26 de febrero de 2009, 10:24  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Marta, sales en una foto en el blog de Pedro de Paz. Guapísima de la muerte, como siempre.

Besos.

28 de febrero de 2009, 15:47  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Anónimo, no es que Marta "salga" guapísima de la muerte. Es que lo es. Y un encanto de persona. Puedo dar fe de ello.

Abrazos,
Pedro de Paz

2 de marzo de 2009, 0:09  

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