La foto de Soraya
Dentro de unas semanas empezaré la campaña de promoción de mi libro. Eso está bien. Los responsables de marketing y prensa suelen tener buenas ideas al respecto. Algunas son más raras que otras. Una vez, alguien quiso convencer a un autor para que presentase su novela metido en la cama.
Si mañana llega alguien y me dice que, para dar a conocer mi libro, debería hacerme unas fotos vestida, por ejemplo, de hawaiiana, y yo me dejo convencer, no podría molestarme que el tema de conversación de alguna gente fuese el bikini hecho con cáscaras de coco, la falda de plátanos o el collar de hibiscos.
A Soraya le ha pasado algo así. Alguien le ha comido la oreja para que se dejase retratar vestida de "vamp", de "femme fatale", de estrella de cine negro de los años cuarenta, y ahora se extraña de que medio país hable de la foto de marras. ¿Qué esperabas, querida? Para alguien que se dedica a la política, unas fotos como las que se ha hecho Soraya son, cuando menos, chocantes. Son fotos de disfraz, fotos irreales que proyectan una imagen distorsionada no ya de la persona, sino del personaje. Poco hábil ha estado Soraya y el que la ha aconsejado.
¿Por qué Soraya aceptó una sesión fotográfica absurda e inútil? ¿Por qué se dejó vestir de lo que no es? ¿Por qué puso cara de chica mala, de villana de novela? ¿Quién la orientó para consegir una mirada falsamente seductora, triste remedo de la que Lauren Bacall conseguía a base de bajar la barbilla y elevar los ojos de largas pestañas? La respuesta es trivial como la foto: porque todas las mujeres, incluso las que presumimos de no serlo, somos vanidosas, y no sabemos resistirnos al canto de sirenas de una sesión fotográfica como las que hacen las top model. Eso fue lo que convenció a Soraya. La presencia del peluquero. Del maquillador. Del estilista. Las perchas atiborradas de vestidos imposibles. El iluminador experto. El fotógrafo zalamero que para conseguir una buena instantánea te susurra al oído que eres maravillosa, guapísima. Y Soraya no quiso, o no pudo, o no supo, tapar con cera sus oídos y mandar a paseo al ideólogo de un proyecto que no podía sino perjudicarla.
Cuando fui finalista del Planeta, algunas revistas femeninas me hicieron unas cuantas sesiones de fotos de esas que no se olvidan. Recuerdo especialmente dos: una para Marie Claire, enfundada en un vestido tubo de Missoni que me hacía parecer muy delgada y extrañamente esbelta. Otra, para Glamour, con un traje de pasarela de Gucci que costaba veinte mil euros, un moño y un maquillaje prodigioso que me hizo sentir, durante un par de horas, una mujer distinta. El resultado de aquellas sesiones son dos fotos milagrosas que confieso que miro a veces, dominando las ganas de hacer mil copias de esas páginas y lanzarme a la calle para decir a todo el mundo: "Mirad. Esta también soy yo." Es estúpido ¿verdad? Se supone que el físico no importa. Que la belleza no importa. Que debemos aceptarnos como somos. Pero, cuando se nos presenta la ocasión, las mujeres corrientes nos preguntamos por qué vamos a rechazar la ocasión de parecer maravillosas.
Uno no debe intentar aparentar lo que no es. Enfundarse un disfraz siempre resulta erróneo, pero más para alguien que ostenta un cargo público. La portavoz del PP se dejó disfrazar, olvidando que ese disfraz quedaba inmortalizado, y que iba a hacerse público. Y los políticos no deben jugar a ser otra persona, pues bastante difícil es ya que el mundo respete a la persona que son.
Soraya es como yo: una chica corrientita que da un poco el pego cuando se arregla y que, con vaqueros, coleta y la cara lavada, pasa absolutamente desapercibida. Una mujer del montón, que ha debido aprender a destacar por cosas distintas a su aspecto físico. Por eso seguro que fue fácil convencerla para colocarle un traje que posiblemente no puede comprarse, para que un estilista le explicara como debía colocar las manos y un iluminador estudiase hasta el último cabello de su melena antes de que cayese sobre ella el relámpago de los flashes. Cayó en la tentación, como caímos otras. Pero en ella no tiene disculpa. Y no van a perdonárselo. Espero que se limite a asumir las críticas. Es el precio que tiene que pagar por jugar a ser, siquiera fugazmente, la mujer hermosa que todas buscamos en el fondo del espejo.
Si mañana llega alguien y me dice que, para dar a conocer mi libro, debería hacerme unas fotos vestida, por ejemplo, de hawaiiana, y yo me dejo convencer, no podría molestarme que el tema de conversación de alguna gente fuese el bikini hecho con cáscaras de coco, la falda de plátanos o el collar de hibiscos.
A Soraya le ha pasado algo así. Alguien le ha comido la oreja para que se dejase retratar vestida de "vamp", de "femme fatale", de estrella de cine negro de los años cuarenta, y ahora se extraña de que medio país hable de la foto de marras. ¿Qué esperabas, querida? Para alguien que se dedica a la política, unas fotos como las que se ha hecho Soraya son, cuando menos, chocantes. Son fotos de disfraz, fotos irreales que proyectan una imagen distorsionada no ya de la persona, sino del personaje. Poco hábil ha estado Soraya y el que la ha aconsejado.
¿Por qué Soraya aceptó una sesión fotográfica absurda e inútil? ¿Por qué se dejó vestir de lo que no es? ¿Por qué puso cara de chica mala, de villana de novela? ¿Quién la orientó para consegir una mirada falsamente seductora, triste remedo de la que Lauren Bacall conseguía a base de bajar la barbilla y elevar los ojos de largas pestañas? La respuesta es trivial como la foto: porque todas las mujeres, incluso las que presumimos de no serlo, somos vanidosas, y no sabemos resistirnos al canto de sirenas de una sesión fotográfica como las que hacen las top model. Eso fue lo que convenció a Soraya. La presencia del peluquero. Del maquillador. Del estilista. Las perchas atiborradas de vestidos imposibles. El iluminador experto. El fotógrafo zalamero que para conseguir una buena instantánea te susurra al oído que eres maravillosa, guapísima. Y Soraya no quiso, o no pudo, o no supo, tapar con cera sus oídos y mandar a paseo al ideólogo de un proyecto que no podía sino perjudicarla.
Cuando fui finalista del Planeta, algunas revistas femeninas me hicieron unas cuantas sesiones de fotos de esas que no se olvidan. Recuerdo especialmente dos: una para Marie Claire, enfundada en un vestido tubo de Missoni que me hacía parecer muy delgada y extrañamente esbelta. Otra, para Glamour, con un traje de pasarela de Gucci que costaba veinte mil euros, un moño y un maquillaje prodigioso que me hizo sentir, durante un par de horas, una mujer distinta. El resultado de aquellas sesiones son dos fotos milagrosas que confieso que miro a veces, dominando las ganas de hacer mil copias de esas páginas y lanzarme a la calle para decir a todo el mundo: "Mirad. Esta también soy yo." Es estúpido ¿verdad? Se supone que el físico no importa. Que la belleza no importa. Que debemos aceptarnos como somos. Pero, cuando se nos presenta la ocasión, las mujeres corrientes nos preguntamos por qué vamos a rechazar la ocasión de parecer maravillosas.
Uno no debe intentar aparentar lo que no es. Enfundarse un disfraz siempre resulta erróneo, pero más para alguien que ostenta un cargo público. La portavoz del PP se dejó disfrazar, olvidando que ese disfraz quedaba inmortalizado, y que iba a hacerse público. Y los políticos no deben jugar a ser otra persona, pues bastante difícil es ya que el mundo respete a la persona que son.
Soraya es como yo: una chica corrientita que da un poco el pego cuando se arregla y que, con vaqueros, coleta y la cara lavada, pasa absolutamente desapercibida. Una mujer del montón, que ha debido aprender a destacar por cosas distintas a su aspecto físico. Por eso seguro que fue fácil convencerla para colocarle un traje que posiblemente no puede comprarse, para que un estilista le explicara como debía colocar las manos y un iluminador estudiase hasta el último cabello de su melena antes de que cayese sobre ella el relámpago de los flashes. Cayó en la tentación, como caímos otras. Pero en ella no tiene disculpa. Y no van a perdonárselo. Espero que se limite a asumir las críticas. Es el precio que tiene que pagar por jugar a ser, siquiera fugazmente, la mujer hermosa que todas buscamos en el fondo del espejo.
Etiquetas: Marie Claire, PP, Revista Glamour, Soraya Saenz de Santamaría
12 comentarios:
Definitivamente la definición de la foto es CHOCANTE. Me ha encantado la palabra que usaste para definirla. Es quizá una foto fuera de lugar y que no viene a cuento.Ayer vi en no sé qué periódico una foto de Soraya con su pareja, en la que estaba muy natural y mucho más guapa que en la foto de El Mundo. No siempre que nos vestimos de princesas con trajes carísimos estamos más monas, aunque en el fondo a todas nos encante.
Tenía celos de los titulares de Chacón, os lo digo yo. Ya veremos si no es el mismo fotógrafo.
Me imagino que cuando escribes estas cosas, Marcial estará dormido, despistado o trabajando, ¿cómo que corrientita? O yo no entiendo de belleza femenina como Pedro de Paz de torsos masculinos (es broma, Pedro) o tú te sales de las corrientitas, descarta la foto de Que veinte... ahí si pareces Soraya, no se si vampira si algo lobilla, o la que gracias a Dios ha archivado El Progreso. Por cierto, me olvide ayer, muy bueno el artículo dominical.
¡Marcial! ¡Despierta, hombre!
Pues a mí me parece muy bien que quiera posar, y salir muy guapa, y mostrar su lado más personal...Aunque es cierto que se ha equivocado, sobre todo cuando su partido fue el primero en criticar a las ministras socialistas cuando posaron en Vogue.
No sé porqué esto me huele a (una más) campaña de desprestigio de don Pedro J. contra Rajoy, al que está empeñado en echar.Es increíble que animes a una persona a posar tan "sexy" para tu periódico y el mismo día, en tu mismo periódico, la critiques por hacerlo.Algun día este tío dejará la política para dedicarse al periodismo.
A mí lo que más me molesta de todo este asunto es que se haya utilizado a Soraya para "trincar" a Rajoy. Estoy totalmente de acuerdo con Pakiko.
Y queda en segundo plano si Soraya está mona o no lo está, si se ha equivocado (evidentemente sí) o no... porque el fin perseguido se ha logrado. La foto de Soraya -la niña de los ojos de Rajoy- vestida de femme fatale, es esgrimida como la mejor de las armas para intentar destruirle. Quien no puede luchar contra el contrario con argumentos inteligentes utiliza la guerra sucia para intentar vencerle. Deleznable.
Me he quedado asombrado de tu humilde confesión de esa aparente debilidad femenina que es dejarse atrapar por la vanidad. Me descubro, Marta.
Y he dicho "aparente" para referirme a "debilidad", porque en el momento en que se reconoce deja de ser debilidad.
Y he dicho "aparente" para referirme a "femenina" porque pienso que nos sucede prácticamente igual a los hombres ante halagos de diverso tipo.
Sin embargo, discrepo respecto a la motivación de Soraya para el famoso reportaje, porque como todo el mundo reconoce es una mujer lista, sensata, etc, etc. y me parece una solución demasiado simple decir "se ha equivocado por vanidad".
Pregunto: ¿Cual fue el coste político y de votos de la salida en Vogue de las ministras socialistas?: Cero punto cero.
¿Cayó mal a algunos de sus compañeros de partido y a los políticos de la oposición? Probablemente.
¿Cayó mal a los votantes de su partido y a algunos de la oposición? Pienso que no.
Así las cosas, ¿por qué no probar? y ya que Soraya no es por naturaleza una barbie de las que se estilan en el pepé, pues vamos a darle un aspecto distinto para quitar el de niña de Rajoy-colegiala modelo-bajita-empollona-de aspecto inofensivo.
Podrá sentar mal a algunos de sus compañeros-as, y algunos votantes que por eso no van a votar al psoe, pero también puede abrir brecha en algún sector del macho ibérico y de mujeres modernas.
Luego, eso sí, los políticos a discutir y escandalizarse de todo para justificar su sueldo.
Y Soraya, si saca unos votos más, pues... más cerca de la Moncloa, y con unas fotos para enseñar a sus nietos.
(Y perdón por el enrrolle)
por favor va a parecr que el debate politico esta hueco q realmente no hay nada pero nada q debatir q
lo unico q hacen los electos y candidatos de esta partitocracia mediaticaes llenar de nada botellas previamente vaciadas,
sinceramente -one moment voy a ver la foto....-
sinceramente no es para tanto,pero vamos con la de coñazos q tendra q aguantar y crear
vamos para nada ES SOLO COMO
MADONNA-MATERIAL GIRL
y de pasosi pienso q hay que correr como alma q lleva el diablo es cuANdo anden cerca los chicos mundanos q se empaparon de watergate creyendoselo tanto para despues quedarse en
watercloset
para navegantes...
Yo creo que Soraya se ha equivocado. La vanidad tiene un precio muy alto en algunos casos y aunque algunas debilidades humanizan a las personas, en este caso creo que ha sido excesivamente inocente y no podemos permitirnos que nuestros políticos se dejen engañar de sea manera.
Soraya tenía que estar por encima de estas cosas ,al menos de puertas para fuera, en su casa como si se disfraza todos los dias, pero no creo que sea una "perdona vidas" como aparenta en la foto, es que no le va nada el papel, la han caracterizado de personaje de comic y me preocupa que se haya dejado hacer... No creo sinceramente que esta chica tenga ese fondo...si cuando no era un personaje tan público tenía un diente roto y no se lo arregló hasta que la hicieron portavoz.¡¡ No sinceramente no le va nada ese sensual y provocador abandono de la foto, me parece mucho más provocadora su inteligencia, su cultura y su manera de expresarse que la hace mucho más interesante y hermosa a mis ojos y más digna de admiración. Soraya tiene cualidades que no necesitan ser adornadas con fotos en blanco y negro porque va sobrada...
Un error lo comete cualquiera, espero que haya aprendido la lección y a partir de ahora se vista de Soraya, se maquille de Soraya, se peine de Soraya y se comporte como Soraya y se deje de pamplinas de estilistas.
Un saludo
Esther.
creo q ya vale de zarandear a esta chavala joder
y la viga en ojo ajeno
haY Q mirar bien pq sino lo importante parece q no lo es y lo q lo es no
claro q a cada cual le parece importante segun q cosas
A mi lo que me causa una profunda intriga es el motivo último de porqué se han hecho estas fotos.
No me creo que hayan sido producto de un capricho femenino o de un impulso irrefrenable.... Hay algo más detrás, algo que se nos escapa....
Un saludo.
Los "conspiranoicos", al fondo de la derecha.
Hombre,yo creo que pensar en una conspiración es un poco exagerado... yo creo que esto ha sido, simplemente, una jugarreta en toda regla.
Pero, como bien decís algunos, hay cosas bastante más importantes de las que ocuparse y preocuparse
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio