Soledad Puértolas
Creo que la primera vez que leí un libro de Soledad Puértolas fue a los diecinueve años, en la Universidad. La profesora de Literatura contemporánea nos sugirió la lectura de "Queda la noche". Desde aquella primera novela me declaré Puertóloga por los siglos de los siglos.
Cuando empecé "Queda la noche" no podía imaginar que casi veinte años más tarde Soledad Puértolas iba a participar en el acontecimiento profesional más importante de mi vida: era jurado del Premio Planeta cuando quedé finalista. Aquella noche me dio un abrazo y por mi cabeza pasaron, como espíritus felices, las páginas de aquel primer libo suyo que leí.
He coincidido con ella otras veces, y tuve la oportunidad de disfrutar de su calma elegante, su sentido del humor, su delicadeza, su ironía. Es una de esas personas que emanan tranquilidad, que proporcionan una paz particular a las conversaciones y a la vida.
Ayer, Soledad ingresó en la Real Academia, y tuvo la gentileza de invitarme a la lectura de su discurso. Me emocioné al verla entrar en el salón, escoltada por Jose Luis Borau y Luis Mateo Díez, serena y firme, vestida de negro, con una flor de seda en la chaqueta. Escuché su discurso recordando muchas cosas, y todas buenas. Luego, Soledad nos invitó a una copa en el hotel Villa Real, y allí pudimos abrazarla y compartir con ella la noche más hermosa.
No todos lo hicieron, y bien que lo lamenté. Había ausencias notables en la bancada de los académicos. No sé qué cosa tan importante tenían que hacer ayer domingo, a las siete de la tarde, Javier Marías o Álvaro Pombo, pero bien podrían haberla dejado para otro momento. Hay pocos escritores en la Academia. Cuando ingreasa uno nuevo, lo menos que pueden hacer sus pares es cuadrar las agendas para estar ahí y apoyarlo en cuerpo y alma. Javier Marías, que presume de no leer a escritores vivos, tiene la ventaja de que tampoco se le crean muchas obligaciones con los muertos.
Y otra ausencia, mucho más sangrante: la de la ministra de Cultura, señora González Sinde. Ignoro si su no presencia está relacionada con causa de fuerza mayor, a saber, que la estuviesen operando de apendicitis, que se acabara de romper una pierna o que un pariente en primer grado precisase de atención hospitalaria. Si ese es el caso, pido perdón por adelantado. Pero si no es así, encuentro impresentable que una ministra de este gobierno feminista y paritario diese la espalda al ingreso de una mujer en una institución en la que solo hay cinco. Defender la condición femenina es algo más que ir de verbena, pegar carteles y negar un apretón de manos a un alcalde faltón.
Es ahí donde hay que estar, señora Sinde, aplaudiendo a quien se ha ganado su silla a base de pulso y de trabajo, y no por cumplir cuotas o pasar la mano por el lomo adecuado. Su ausencia en el acto de ayer es una prueba más de que andan ustedes en no sé qué limbo.
Y con esto y un bizcocho...
Cuando empecé "Queda la noche" no podía imaginar que casi veinte años más tarde Soledad Puértolas iba a participar en el acontecimiento profesional más importante de mi vida: era jurado del Premio Planeta cuando quedé finalista. Aquella noche me dio un abrazo y por mi cabeza pasaron, como espíritus felices, las páginas de aquel primer libo suyo que leí.
He coincidido con ella otras veces, y tuve la oportunidad de disfrutar de su calma elegante, su sentido del humor, su delicadeza, su ironía. Es una de esas personas que emanan tranquilidad, que proporcionan una paz particular a las conversaciones y a la vida.
Ayer, Soledad ingresó en la Real Academia, y tuvo la gentileza de invitarme a la lectura de su discurso. Me emocioné al verla entrar en el salón, escoltada por Jose Luis Borau y Luis Mateo Díez, serena y firme, vestida de negro, con una flor de seda en la chaqueta. Escuché su discurso recordando muchas cosas, y todas buenas. Luego, Soledad nos invitó a una copa en el hotel Villa Real, y allí pudimos abrazarla y compartir con ella la noche más hermosa.
No todos lo hicieron, y bien que lo lamenté. Había ausencias notables en la bancada de los académicos. No sé qué cosa tan importante tenían que hacer ayer domingo, a las siete de la tarde, Javier Marías o Álvaro Pombo, pero bien podrían haberla dejado para otro momento. Hay pocos escritores en la Academia. Cuando ingreasa uno nuevo, lo menos que pueden hacer sus pares es cuadrar las agendas para estar ahí y apoyarlo en cuerpo y alma. Javier Marías, que presume de no leer a escritores vivos, tiene la ventaja de que tampoco se le crean muchas obligaciones con los muertos.
Y otra ausencia, mucho más sangrante: la de la ministra de Cultura, señora González Sinde. Ignoro si su no presencia está relacionada con causa de fuerza mayor, a saber, que la estuviesen operando de apendicitis, que se acabara de romper una pierna o que un pariente en primer grado precisase de atención hospitalaria. Si ese es el caso, pido perdón por adelantado. Pero si no es así, encuentro impresentable que una ministra de este gobierno feminista y paritario diese la espalda al ingreso de una mujer en una institución en la que solo hay cinco. Defender la condición femenina es algo más que ir de verbena, pegar carteles y negar un apretón de manos a un alcalde faltón.
Es ahí donde hay que estar, señora Sinde, aplaudiendo a quien se ha ganado su silla a base de pulso y de trabajo, y no por cumplir cuotas o pasar la mano por el lomo adecuado. Su ausencia en el acto de ayer es una prueba más de que andan ustedes en no sé qué limbo.
Y con esto y un bizcocho...
Etiquetas: Academia, Ministra de Cultura, Soledad Puértolas
6 comentarios:
Bravo!
Por más que busco en los diarios, no encuentro nada oficial tan importante que retuviese a la ministra de cultura ayer; salvo que estuviese comiendo un bizcocho para celebrar que unos días antes le entregasen el premio cosmopolitan a la mujer más destacada en la cultura (parece que alguien se olvidó de Soledad, acordándose de la ministra: doble olvido)
Me he sentido identificado con esta entrada, sobre todo por el hecho de que pienso lo mismo cuando alguien falta a un compromiso. Hablas claro, algo poco común. Me pasaré a menudo.
Un saludo.
Magnífico. No se me ocurren muchos más (o mejores) calificativos.
Le diré que, si bien sus libros me encantan (y se lo dije), no me había parado a pensar qué hace, quién es o en qué piensa, pero ahora, al estar otra noche sin dormir me ha entrado la curiosidad y aquí ando descojonandome con cada puntada (con hilo) que escribe.
Reitero: magnífico, seguiré pasándome por aquí.
y nosostros que tenemos tan bien fijados los pies en la tierra o eso creemos avanzamos por la calle es noviembre y hace frio,nada de particular;hay un hombre joven en el poyete del portal con bronce reluciente en la puerta,nada de particular,quiza me vea yo ahi uno de estos dias;anda yá quita;leemos las fulgurantes revelaciones de wikileaks,baratijas varias de moral tontona basura para wasp,de las que nos seguimos alimentando todos los dias;yo tengo unos zapatos que me encantan asi ahora para el invierno tienen un agujero muy visible a veces los domingos me los pongo,a veces me rio con las reacciones de algunos conocidos con los que me intercambio saludos y parabienes sobre todo en estos tiempos de frio;hay otra informacion muy util tambien un tremendo leak para todos y cada uno,la tiene por ejemplo ese chico del portal,es valiosisima deslumbrante,gracias a ella puedes conocer una cantidad de cosas increibles;es ni mas ni menos para empezar que a medio mundo le ruge el estomago mientras otra mitad entre sesudos comentarios sobre la fiabilidad monetaria del estado sobre la urgencia de quedar bien con "los inversores",esa fuerza ultraterrena já;esa informacion es radical y por tanto tan facil de conseguir que te quedarias pasmado,entre otras cosas y con un rigido hueco dentro te dice si eres o no eres fuerte y de fiar aunque sea en la entrada de los callejones donde los gatos rugen como leones y ese es solo el principio la primera prueba para pasar al nivel II del juego conocido como vivir
Hola:
Quizá vaya a contar una locura,pero es lo que me ha pasado-he soñado-esta noche.
Nunca he leído nada de esta señora,conocía de su existencia,pero nunca había leído nada de ella. Esta noche he soñado que venía a visitarme,ella me firmaba varios libros. Me parecía una mujer muy agradable. El caso es que al levantarme me he puesto a buscar libros suyos,y he leído algunas reseñas sobre su obra "Queda la noche"-creo que así se llama-. Me he quedado algo estupefacta cuando he leído que su protagonista se llama Aurora,y que tiene 30 años, porque yo también me llamo así,y tengo 30 años. El mundo es un pañuelo.
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