Hannah decide morir
Hannah, una niña inglesa de 13 años, se ha negado a recibir un corazón que podría o no prolongarle la vida. Hannah lleva ocho años enfermadel leucemia, y sabe más de lo que quisiera de médicos, quirófanos, jeringuillas y vías, batas blancasy agujas, catéteres y anestesias. Hannah reconoce el olor indeseable de la asepsia hospitalaria, el gusto insípido de la comida apta para enfermos, el sonido de los zuecosde las enfermeras, el color verde del uniforme de los sanitarios, el tacto suave de una cabecita calva, la suya, tras la dosis salvadora del veneno de la quimio. Hannah tiene trece años y es una niña sólo a medias, madurada a fuerza de intervenciones, pastillas pautadas, sondas y cueros. Por eso ha decidido que no quiero un corazón nuevo que a lo mejor podría prolongar - o no - una vida, la suya, que se parece muy poco a la vida que merece un niño.
He visto la foto de Hannah en los periódicos. He visto su rostro gris en el telediario. Hannah tiene la mirada de una mujer hecha y derecha, no los ojos indefinidos de la adolescente que es. Hannah sabe tanto de la vida, que lo poco que sabe de la muerte parece suficiente para otorgarle el derecho a decidir sobre ella.
Me pregunto si, a pesar de todo, Hannah entiende lo que significa su decisión. Si la asombrosa conciencia del presente que se tiene a los trece años no nubla por completo el concepto de futuro, por incierto que este sea. Quiere dejar el hospital y volver a casa. Quiere dejar de luchar en una guerra que no debería ser la suya. Desea ser niña por el poco tiempo que le queda, y paraeso ha tenido que demostrar a los tribunales que es una mujer. Una adulta. Yo la escucho, la veo, intento escudriñar más allá de esa cara agotada y decidida, y ni siquiera soy capaz de decir lo que veo, si Hannah hace bien o hace mal, si los jueces y los médicos hacen bien o no en aceptar su renuncia a un corazón nuevo que podría prolongar su vida como eterna rehén de los medicamentos y los doctores. Decidiendo sobre su muerte, Hannah ha sido libre por primera vez en su vida.
Me pregunto qué ocurrir´´a dentro de uos meses, cuando Hannah muera. Me pregunto, y siento un escalofrío de horror, si cuando la vida se le vaya escapando y tome conciencia de que el final se avecina, Hannah se arrepentirá de no haber aceptado el corazón que le ofrecían, y que solo a lo mejor la salvaba, como en una forma macabra de jugar a la ruleta. Pienso si entonces los jueces que le dieron la razón no lamentarán haberlo hecho, y si la madre de Hannah, que alentó a su hijaen su particular cruzada, no renegará mil veces de ladecisiónde su niña. Y en este momento doy gracias a la suerte por no ser madre de Hannah, por no ser madre de nadie y estar segurade encontrarme a salvo de una situación así.
Esta mañana leía en alguna parte que la música que nos gusta es buena para el corazón. Para salvaguardar el mío, yo querría escuchar "All about soul", de Billy Joel, "Another day in paradise", de Phil Collins, las "Variaciones Goldberg" de Bach, la "Cançao do mar", de Dulce Pontes, "El club de los humildes", de Nacho Cano, los tangos de Gardel, y "Woman", de John Lennon. Me gustaría saber qué música le gustaba escuchar al pobre corazón de Hannah.
He visto la foto de Hannah en los periódicos. He visto su rostro gris en el telediario. Hannah tiene la mirada de una mujer hecha y derecha, no los ojos indefinidos de la adolescente que es. Hannah sabe tanto de la vida, que lo poco que sabe de la muerte parece suficiente para otorgarle el derecho a decidir sobre ella.
Me pregunto si, a pesar de todo, Hannah entiende lo que significa su decisión. Si la asombrosa conciencia del presente que se tiene a los trece años no nubla por completo el concepto de futuro, por incierto que este sea. Quiere dejar el hospital y volver a casa. Quiere dejar de luchar en una guerra que no debería ser la suya. Desea ser niña por el poco tiempo que le queda, y paraeso ha tenido que demostrar a los tribunales que es una mujer. Una adulta. Yo la escucho, la veo, intento escudriñar más allá de esa cara agotada y decidida, y ni siquiera soy capaz de decir lo que veo, si Hannah hace bien o hace mal, si los jueces y los médicos hacen bien o no en aceptar su renuncia a un corazón nuevo que podría prolongar su vida como eterna rehén de los medicamentos y los doctores. Decidiendo sobre su muerte, Hannah ha sido libre por primera vez en su vida.
Me pregunto qué ocurrir´´a dentro de uos meses, cuando Hannah muera. Me pregunto, y siento un escalofrío de horror, si cuando la vida se le vaya escapando y tome conciencia de que el final se avecina, Hannah se arrepentirá de no haber aceptado el corazón que le ofrecían, y que solo a lo mejor la salvaba, como en una forma macabra de jugar a la ruleta. Pienso si entonces los jueces que le dieron la razón no lamentarán haberlo hecho, y si la madre de Hannah, que alentó a su hijaen su particular cruzada, no renegará mil veces de ladecisiónde su niña. Y en este momento doy gracias a la suerte por no ser madre de Hannah, por no ser madre de nadie y estar segurade encontrarme a salvo de una situación así.
Esta mañana leía en alguna parte que la música que nos gusta es buena para el corazón. Para salvaguardar el mío, yo querría escuchar "All about soul", de Billy Joel, "Another day in paradise", de Phil Collins, las "Variaciones Goldberg" de Bach, la "Cançao do mar", de Dulce Pontes, "El club de los humildes", de Nacho Cano, los tangos de Gardel, y "Woman", de John Lennon. Me gustaría saber qué música le gustaba escuchar al pobre corazón de Hannah.
Etiquetas: Carlos Gardel, Hannah Jones, John Lennon, Nacho Cano
5 comentarios:
Estoy mirando a Arturo dormidito mieotras lee tu post. Laurita acaba de irse al cole. Pone los pelos de punta la situación de esta niña, yo también le he visto expresión de mujer.
Puedo contar mi experiencia, aunque por mucho que me doliese en su momento ni se acerca a lo de Hannah. Algunos de los que navegáis por aquí y me conocéis, sabéis que estuve a punto de perder a mi hija al poco tiempo de nacer, os aseguro que jamás he sentido un dolor tan grande, una impotencia tal que casi hace perder la cabeza. Me senté a llorar en el hospital de Lugo, solo, y decidí luchar hasta que se me agotaran las lágrimas, pelearme con todos los médicos del Xeral, y lo hice. Afortunadamente acabo de contaros que Laura se ha ido al cole, fue duro, durísimo pero tengo a mi niña.
¿Y si le pasa lo de Hannah? Yo lucharía, pero es que la madurez que la vida le ha impuesto a esta niña y a su madre es terrible.
A veces te he preguntado a Marta porqué no eres madre, sólo tengo que verte con sus sobrinos para apostar a que tienes alma de madre, pero tu afirmación categórica de hoy me hace pensar como tú, aunque yo ya sea padre hoy te comprendo.
Estoy recordando la experiencia de otro amigo al que adoro, estaba de vacaciones y el más pequeño se desmayo, Hospital, pruebas, un tumor que no dejaba que llegase oxígeno a su cerebro, y un traslado en helicoptero a Santiago en el que me confesó que estuvo a punto de tirarse con el niño en brazos. Pero el niño está aquí, pasó las de Caín, operaciones, quimio, internarse todas las semanas un par de días cuando superó los primeros seis meses.
Pero él y Laurita están aquí, Hannah no lo estará.
Yo también le envío mi música, si supiese tocar o cantar, hasta se la cantaría yo mismo si su familia me dejase. Para allá va, Hanna "El Último Mohicano" y cualquier canción en la que suene una gaita, para mí, el sonido más maravilloso de mundo
triste decisión la de esta niña... pero mucho más triste sus primeros años de vida..
Yo sigo con lo mio, si a los niños de 13 años se les considera adultos para unas cosas , que se les considere adultos para otras, pero sin reproches , ni miradas entornadas ni a ella ni a los padres, (que no creo que hayan "aconsejado" a su hija que se deje morir).Tiene que ser durísimo apoyar a un hijo en una desisión tan complicada, pero ser padre implica también ser generoso y entendería que si la niña lleva sometida a quimios , imagino que trasplantes de médula y demás toda su vida,pues supongo que no tendrá ganas de continuar esa tortura.
Pobre Hanna, que no ha tenido una infancia feliz....pobrecita, no la juzguemos.
Esther
Mi padre siempre me enseñó que es muy triste que los hijos se "vayan" antes que los padres, por lo duro que es que un padre no haya hecho todo lo posible porque viva el hijo. Todo lo posible. Mi hijo mayor era todo un elenco de enfermedades que nadie descubría y que le llevaban a una bañera de hielo para reducirle la temperatura corporal. Comprendo a Pablo, y recuerdo también mis lágrimas. Lo peor de todo es la costumbre, el hábito, que te endurece y todo parece no importar. Incluso no importa la muerte ni la vida. No sigo que parezco un profesor triste y aburrido y me vuelven a pedir mi salida...a filosofar a los bautizos!!!
puesno me atrevo a opinar
la primatologa jane goodal decia que nuestro cuerpo y el corazon en los humanos se hayan desconectados seguramente hablaba de otra cosa,
este es carnal,
las latas de té e infusiones -china-keemon manzana- hibisco desteinado mandarina son una pequeña obra de arte una vez consumidos dejan el olor durante tiempo,
es el continente dentro esta para lo que se crean,
por lo menos no llevar una existencia pataconera de envoltorio de patacon arriba y abajo
suerte
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