Largo verano
Eso ha sido para mí: un verano largo, casi como los de antes, en el que he interrumpido incluso mi cita con esta bitácora. De vez en cuando, viene bien tomar distancia.
Pasé parte del verano en Galicia, con mi familia. De allí me traje unos cuantos momentos para añadir al catálogo de los buenos recuerdos, veinte páginas de mi nueva novelay una gran historia para un reportaje que publicaré en los próximos meses.
El 17 de agosto me fui con Marcial a la Costa Dálmata. Volamos a Dubrovnik y desde allí fuimos en coche a Split, haciendo un alto en el camino en un pueblo diminuto, Mali Ston, donde descubrí el mejor restaurante del mundo: el Villa Koruna. Su sopa de ostras merece el viaje hasta allí.Por si la comida no fuera suficiente, también está la península de Plejsac, con sus viñedos, y las salinas más antiguas de Europa.
A Split llegamos al día siguiente. Es una ciudad fabulosa, algo caótica y decididamente saturada de turistas que acuden al reclamo de las ruinas del palacio de Diocleciano. Comer una porción de pizza entre capiteles del siglo II es una posibilidad demasiado atractiva como para no soslayar los inconvenientes de la masificación. A sólo 30 kilómetros está la villa de Trogir, un milagro en piedra, un prodigio de palacios y de iglesias que atrae a viajeros de todo el país.
De allí, a Hvar, la sucursal del paraíso., donde el mar es incluso más cristalino que en Dubrovnik y los árboles - pinos, cipreses - crecen hasta el borde del agua. El aire huele a lavanda, pues la isla es la patria de esta flor, y el casco antiguo está dominado por una legión de hombres y mujeres tan guapos que uno se pregunta si en este país encierran a los ciudadanos poco agraciados. Una tarde desafiamos una carretera infernal para visitar Stari Grad, imponente en su belleza, con sus iglesias barrocas y sus casas blasonadas,y cada noche buscamos una terraza distinta para tomar unacopa y dejar pasar los minutos preciosos de las vacaciones. Nadamos en un mar templado y limpísimo, comimos peces que estaban vivos cinco minutos antes de que los cocinaran para nosotros, nos cegó la luz blanca de un sol sin clemencia - el mismo que me doró la piel y me espabiló unas pecas que di por muertas hace años - y presenciamos atardeceres tempranos y perfectos.
En el viaje me acompañaron dos libros: una novela preciosa, "Un arbol crece en Brooklyn", de la injustamente olvidada Betty Smith, y "El mundo después del cumpleaños", de Lionel Schriver. Tras leer "Tenemos que hablar de Kevin" pensé que esta americana había tocado techo en su talento narrativo, pero me equivoqué. Los tres últimos días me quedé sin lectura tras descubrir, horrorizada, que me había dejado fuera de la maleta el volumen que compila todos los cuentos de Eudora Welty. Como comprar un libro en español en croacia es misión imposible, me dediqué a releer "Arthur y George", de Martin Amis, del que Marcial había dado buena cuenta durante las vacaciones. Si no tener nada que leer es un drama en un lugar como Hvar... ¿qué será en peores sitios? Me propongo no volver a experimentar la sensación ingrata de no tener un libro que llevarme a la boca, y por primera vez pienso en el libro electrónico como solución a los olvidos.
Hemos vuelto hoy. Mi maleta permanece aún sin abrir, la nevera está vacía, y me consuela de este desorden el que aún faltan dos días para acabar agosto.
Dos días para que empiece el nuevo año.
Y ya estoy de vuelta.
Pasé parte del verano en Galicia, con mi familia. De allí me traje unos cuantos momentos para añadir al catálogo de los buenos recuerdos, veinte páginas de mi nueva novelay una gran historia para un reportaje que publicaré en los próximos meses.
El 17 de agosto me fui con Marcial a la Costa Dálmata. Volamos a Dubrovnik y desde allí fuimos en coche a Split, haciendo un alto en el camino en un pueblo diminuto, Mali Ston, donde descubrí el mejor restaurante del mundo: el Villa Koruna. Su sopa de ostras merece el viaje hasta allí.Por si la comida no fuera suficiente, también está la península de Plejsac, con sus viñedos, y las salinas más antiguas de Europa.
A Split llegamos al día siguiente. Es una ciudad fabulosa, algo caótica y decididamente saturada de turistas que acuden al reclamo de las ruinas del palacio de Diocleciano. Comer una porción de pizza entre capiteles del siglo II es una posibilidad demasiado atractiva como para no soslayar los inconvenientes de la masificación. A sólo 30 kilómetros está la villa de Trogir, un milagro en piedra, un prodigio de palacios y de iglesias que atrae a viajeros de todo el país.
De allí, a Hvar, la sucursal del paraíso., donde el mar es incluso más cristalino que en Dubrovnik y los árboles - pinos, cipreses - crecen hasta el borde del agua. El aire huele a lavanda, pues la isla es la patria de esta flor, y el casco antiguo está dominado por una legión de hombres y mujeres tan guapos que uno se pregunta si en este país encierran a los ciudadanos poco agraciados. Una tarde desafiamos una carretera infernal para visitar Stari Grad, imponente en su belleza, con sus iglesias barrocas y sus casas blasonadas,y cada noche buscamos una terraza distinta para tomar unacopa y dejar pasar los minutos preciosos de las vacaciones. Nadamos en un mar templado y limpísimo, comimos peces que estaban vivos cinco minutos antes de que los cocinaran para nosotros, nos cegó la luz blanca de un sol sin clemencia - el mismo que me doró la piel y me espabiló unas pecas que di por muertas hace años - y presenciamos atardeceres tempranos y perfectos.
En el viaje me acompañaron dos libros: una novela preciosa, "Un arbol crece en Brooklyn", de la injustamente olvidada Betty Smith, y "El mundo después del cumpleaños", de Lionel Schriver. Tras leer "Tenemos que hablar de Kevin" pensé que esta americana había tocado techo en su talento narrativo, pero me equivoqué. Los tres últimos días me quedé sin lectura tras descubrir, horrorizada, que me había dejado fuera de la maleta el volumen que compila todos los cuentos de Eudora Welty. Como comprar un libro en español en croacia es misión imposible, me dediqué a releer "Arthur y George", de Martin Amis, del que Marcial había dado buena cuenta durante las vacaciones. Si no tener nada que leer es un drama en un lugar como Hvar... ¿qué será en peores sitios? Me propongo no volver a experimentar la sensación ingrata de no tener un libro que llevarme a la boca, y por primera vez pienso en el libro electrónico como solución a los olvidos.
Hemos vuelto hoy. Mi maleta permanece aún sin abrir, la nevera está vacía, y me consuela de este desorden el que aún faltan dos días para acabar agosto.
Dos días para que empiece el nuevo año.
Y ya estoy de vuelta.
Etiquetas: Betty Smith, Croacia, Eudora Welty, Hvar, Lionel Schriver, Martin Amis
16 comentarios:
y tan largo.... yo ya quiero que llegue septiembre..
30 de agosto. tic-tac,tic-tac... i mi corazón no deja de latir... mientras pasan los segundos.
2días, empiezan mis vacaciones y viene lo que llevo esperando todo el verano..ufff!
un beso marta,feliz rentreé
Bien venida, pero atiende un poco más esta bitácora
Martiña:
Este diminutivo me ha salido de un modo casi espontáneo, recordando a la autora de "Eu daría a minha vida
que fué gran éxito en la voz del romántico Roberto Carlos. Bueno, aparte de vuestra aventura dálmata,
yo me centro en esa tu "parte del verano en Galicia, con mi familia. De allí me traje unos cuantos momentos para añadir al catálogo de los buenos recuerdos, veinte páginas de mi nueva novela" (que leeré con total fruicción... por mi apego a mi Lugo eterno) aparte
esa "gran historia para un reportaje que publicaré en los próximos meses". AVANTI I RIVIERA!
Marta:
Perdona que haya omitido mi nombre
autógrafo por un despistado Anónimo
porque el anterior comentario es el
de siempre: Pepe "Beethoven".
En los largos y cálidos veranos las hijas virginales y claras acaban ofertadas por cualquier eterno padre filial a un pirómano de oscuro pasado. Y queda el recuerdo...o su interpretación.
Respecto a lo que dice el Sr Xosé Manuel Prado - Antúnez... no sé de qué va su críptico mensaje, ni me
interesa (mientras no lo aclare). No es ninguna crítica. Tan sólo que
va contra mi propio estilo: claro,
nunca sesgado, irónico, ácrata y
libre de toda ideología sectaria...
que no hace avanzar los auténticos
valores humanos. "A la estética por
la ética". Sin más comentarios...
Querido Pepe, Prado Antúnez es críptico, como buen poeta, pero también gran amigo y colega generoso.
Gracias a ti, siempre, por estar cerca y por aportarnos cosas buenas a mí y a los míos.
A veces pienso en lo extrañamente sólidos que resultan estos afectos virtuales.
Marta, he de disentir de tu artículo del dominjo en El Projreso cuando cuente con tiempo;hoy sale en primera plana un visionario de la III República que por lo visto se la explicó al Rey en directo .Teninedo en cuenta que en el extranjero ya estaba Dña.Cristina, veo mejores posibilidades a su labor por España en el corazón del Imperio que en el Imperio/Improperio casoler de Cat, que siempre contraataca con sumas astronómicas que entre todos debemos acoquinar .
Ahora me llaman para comer, pero volveré .
SEito
Querida Marta:
Gracias, por desvelar a tu amigo y críptico poeta... ¡Ahora me gusta!
Pero, hablando de esto, recuerdo lo
que dijo Robert Graves:
"Es mortal mofarse de un poeta, amar a un poeta, ser un poeta..."
( de su libro "La diosa blanca" )
Aunque sea "extraño nuestro afecto
virtual", como bien has expresado,
es lo más entrañable del Blog de tu
padre. Todo es un "juego admirable"
Marta, mi versión de "Arthur & George", en cambio, es de Julian Barnes.
Por lo demás, esta noche te he oído en La Linterna. Enhorabuena y ánimo. Iremos tomando nota.
Entro hoy y en fin aclaro al amigo Pepe:
el largo y cálido verano es una peli de MARTÍN RITT, la hija virginal es JOAN WOODWARD, el padre es ORSON WELLS y el piromano de oscuro pasado es PAUL NEWMAN. Me sugirió la peli el título de "largo verano" del post y el tan largo de Mariona, y que es excesivamente cálido,y no hay nada más debajo, bueno sí, la gran interpretación que nos queda como recuerdo de tales rolex en sus roles.
Siento que no se entendiese, porque al aclararlo queda "lejioso", como un chiste explicado...feliz reentrada a todos...y un fuerte y fatriarcal abrazo
Posodo, me flagelo por el error. Creo que tenía en la cabeza el nuevo libro de Martin Amis, y por eso le adjudiqué "Arthur y George".
Lamento la confusión
Yo tambien me quede sin lectura fuera de españa y con la blackberry me conectaba a tu pagina para leer algo interesante y pensaba que era culpa de la conexión ya que siempre me salia la misma pagina del mes de julio y me parecia increible, pero no pense que tu tambien harias vacaciones, jajaja
bienvenida
conchi cano
Gracias, Xosé Manuel: Ahora ya no eres "críptico". Así que tú eres o fuiste profesor en Aranda de Duero,
como aquel "Juan", en "Nunca pasa nada" (Bardem, 1963). "El largo y cálido verano" no viene en el tocho
"1001 películas (que hay que ver antes de morir)". Gracias a Marta y a tí... la he anotado, junto con
"Aquella noche en Varsovia", "El enigma de Gaspar Hauser", "Horizon-
tes perdidos", "La ninfa constante"
"Los puentes de madison", "Sueños de seductor"... y más que faltan...
De "El largo y cálido verano" tengo
la imagen de Joan Woodward, esposa
de Paul Newman, ambos signo Acuario
sinástrico. Encantado de conocerte
Kalinikta, adolphe...(buena noche,
hermano! Todavía me quedan secuelas
de mis clases "extra" de Griego a dos alumnos bajo mínimos). Pepe/B.
Ni se te ocurra levantarte la mano para flagelarte (eso sí, cambia la etiqueta de la anotación, o añade la de Julian Barens, o haz lo que quieras, que para eso es tu casa).
Ayer entendí que ibas a estar los martes en "La Linterna", ¿es así? ¿Continuarás en "Al sur de la semana"?
Barnes, quería decir, Barnes.
Por cierto, ¿cómo es que ha salido el comentario a las 15:51 del día 2 si eran las 00:51, ya del día 3 -con lo que no es 'ayer' sino 'anteayer'?
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio