Noches de julio
Digan lo que digan, me encantan las noches de julio en Madrid. Poder salir con un vestido de tirantes. Sentarte en una terraza a respirar el primer aire fresco - o casi - del día. Pasear por este Madrid templado y caótico por obra y gracia del alcalde que, como diría Danny de Vito, sigue empeñando en buscar el tesoro y tiene la ciudad levantada. Intento mirar los socavones, las aceras que no existen, las vallas y los alombres,y pensar en lo bonito que vaa quedar cuando terminen, aunque supongo que, en el fondo, sé que no van a terminar nunca. Que cuando cierren un agujero, el alcalde se las apañará para abrir el siguiente. Que esto es una pesadilla. Una maldición bíblica. Y ahora saldrán los del sector crítico a decirme "oye, no te quejes, que para eso vives en Madrid". Y yo corrijo: no. Vivo en Madrid para aprovechar las noches de julio, ponerme un vestido y unas sandalias, y pasear de noche soñando con obras que se acaban y aceras en su sitio.
Ayer, día nacional de Francia, fiesta en la residencia del Embajador. Tengo una ciertta, aunque limitada,experienciaen fiestas de legaciones diplomáticas. Estuve en que ofrecía - no recuerdo con qué motivo - un país árabe, que se celebró en los salones del Villamagna. Besamanos con los jeques, comida como si fuese a empezar una guerra, y ausencia absoluta de ninguna clase de alcohol. Nada. Ni una miserable cervecita. Zumos de fruta, cocacola y agua Perrier a discreción.
Rafael Reig y Marcial, que habían venido conmigo, me daban la tabarra.
- A quien se le ocurre
- Pues menuda fiesta
- Es que ellos no beben - les recordaba yo, intentando hacerme la cosmopolita, o comprender lo incomprensible
- Ya, pero aquí hay más gente - señalaba Marcial ante el triste panorama de un militar de alta graduación atizándose un zumito de piña
- Vaya tarde
Por no oírles más, levantamos la reunión y nos fuimos a tomar una copa al primer sitio que encontramos abierto, que ya ni recuerdo cuál era.
Hace años fuimos a otra fiesta en la embajada de Chipre. La embajadora era mujer guapísima, de rasgos árabes, y acababa de presentar sus credenciales ante el rey. Nos sirvieron una cena fría compuesta exclusivamente de productos chipriotas y de vino de la isla, un vino maravilloso que no se exporta porque la producción,muy limitada, apenas llega para satisfacer la demanda interna. Si algún día vais a Chipre, comprad una botella de "Vine Mountain".
Luego, cuando estuve en Méjico, me invitaron a la residencia del embajador a celebrar el día de la Hispanidad. La fiesta se celebraba en el jardín, que estaba salpicado de tenderetes de comidacon los letreros comerciales bien visibles: "Tequila Cuervo"; "Turrones El Almendro"; "Jamon Navidul". Luego, en su discurso (el discurso del Día de la Hispanidad, nada menos), el señor embajador agradeció a las casas comerciales su contribúción al éxito de la fiesta, y las citó una por una, como si estuviese dando la lista de patrocinios del certamen de miss España.
Me pareció una cutrería. Y un disparate. Pero la cosa no´acabó ahí, porque al salir me pidieron que rellenara un papelito: "es que al final vamos a sortear una cubertería que regala el ABC". Me fui de allí pensando en el buen duque de Osuna, embajador plenipotenciario de Isabel II ante la rusia de los últimos zares, e imaginando al buen hombre revolviéndose en su tumba ante semejante despropósito.
Ahí empecé a desmitificar yo la vida social de las legaciones diplomáticas. Mucho lirili y poco lerele, que diría el poeta. La visita ayer a territoria francés me consoló un poco: estas cosas pasan en las mejores familias. Porque, sí, el jardín del embajador también estaba a reventar de marcas comerciales francesas. Bueno, y de invitados. De invitados que esperamos haciendo cola más de media hora para poder entrar en el sarao, como si fuésemos a una discoteca de moda. En el jardín, maravilloso, las mesas desaparecían bajo una triste capa de platos de plástico y restos de comida, lo que daba una impresión un poco cutre.
Eso sí, en su discurso el embajador tuvo el buen gusto de no mencionar a los patrocinadores de la fiesta, y habló bien, seguro, firme, en una alocución inteligente haciendo especial hincapié en la colaboración de Francia en la lucha contra ETA. Luego sonó "La Marsellesa" desde la voz enlatada de Edith Piaf, y pensé, como otras veces, que esta canción violenta y llena de fuerza es el himno nacional más hermoso que se pueda concebir. Mientras veía cantar, solemne, al embajador, aparté la vista de las mesas sucias e intenté ver sólo la belleza en todo aquello, igual que en las noches de julio en Madrid, cuando unos intenta desviar los ojos de las zanjas y las aceras para mirar el cielo de color violeta donde, con un poco de suerte, brillan todavía algunas estrellas.
Ayer, día nacional de Francia, fiesta en la residencia del Embajador. Tengo una ciertta, aunque limitada,experienciaen fiestas de legaciones diplomáticas. Estuve en que ofrecía - no recuerdo con qué motivo - un país árabe, que se celebró en los salones del Villamagna. Besamanos con los jeques, comida como si fuese a empezar una guerra, y ausencia absoluta de ninguna clase de alcohol. Nada. Ni una miserable cervecita. Zumos de fruta, cocacola y agua Perrier a discreción.
Rafael Reig y Marcial, que habían venido conmigo, me daban la tabarra.
- A quien se le ocurre
- Pues menuda fiesta
- Es que ellos no beben - les recordaba yo, intentando hacerme la cosmopolita, o comprender lo incomprensible
- Ya, pero aquí hay más gente - señalaba Marcial ante el triste panorama de un militar de alta graduación atizándose un zumito de piña
- Vaya tarde
Por no oírles más, levantamos la reunión y nos fuimos a tomar una copa al primer sitio que encontramos abierto, que ya ni recuerdo cuál era.
Hace años fuimos a otra fiesta en la embajada de Chipre. La embajadora era mujer guapísima, de rasgos árabes, y acababa de presentar sus credenciales ante el rey. Nos sirvieron una cena fría compuesta exclusivamente de productos chipriotas y de vino de la isla, un vino maravilloso que no se exporta porque la producción,muy limitada, apenas llega para satisfacer la demanda interna. Si algún día vais a Chipre, comprad una botella de "Vine Mountain".
Luego, cuando estuve en Méjico, me invitaron a la residencia del embajador a celebrar el día de la Hispanidad. La fiesta se celebraba en el jardín, que estaba salpicado de tenderetes de comidacon los letreros comerciales bien visibles: "Tequila Cuervo"; "Turrones El Almendro"; "Jamon Navidul". Luego, en su discurso (el discurso del Día de la Hispanidad, nada menos), el señor embajador agradeció a las casas comerciales su contribúción al éxito de la fiesta, y las citó una por una, como si estuviese dando la lista de patrocinios del certamen de miss España.
Me pareció una cutrería. Y un disparate. Pero la cosa no´acabó ahí, porque al salir me pidieron que rellenara un papelito: "es que al final vamos a sortear una cubertería que regala el ABC". Me fui de allí pensando en el buen duque de Osuna, embajador plenipotenciario de Isabel II ante la rusia de los últimos zares, e imaginando al buen hombre revolviéndose en su tumba ante semejante despropósito.
Ahí empecé a desmitificar yo la vida social de las legaciones diplomáticas. Mucho lirili y poco lerele, que diría el poeta. La visita ayer a territoria francés me consoló un poco: estas cosas pasan en las mejores familias. Porque, sí, el jardín del embajador también estaba a reventar de marcas comerciales francesas. Bueno, y de invitados. De invitados que esperamos haciendo cola más de media hora para poder entrar en el sarao, como si fuésemos a una discoteca de moda. En el jardín, maravilloso, las mesas desaparecían bajo una triste capa de platos de plástico y restos de comida, lo que daba una impresión un poco cutre.
Eso sí, en su discurso el embajador tuvo el buen gusto de no mencionar a los patrocinadores de la fiesta, y habló bien, seguro, firme, en una alocución inteligente haciendo especial hincapié en la colaboración de Francia en la lucha contra ETA. Luego sonó "La Marsellesa" desde la voz enlatada de Edith Piaf, y pensé, como otras veces, que esta canción violenta y llena de fuerza es el himno nacional más hermoso que se pueda concebir. Mientras veía cantar, solemne, al embajador, aparté la vista de las mesas sucias e intenté ver sólo la belleza en todo aquello, igual que en las noches de julio en Madrid, cuando unos intenta desviar los ojos de las zanjas y las aceras para mirar el cielo de color violeta donde, con un poco de suerte, brillan todavía algunas estrellas.
Etiquetas: Embajada de Francia, Madrid, Rafael Reig, Ruiz Gallardón
14 comentarios:
De Pepe "Beethoven" a Marta Rivera.
Ay, también a mí me encantan las noches de julio, pero más las de
junio (amparadas por Juno, la diosa Hera protectora... que cuidará de todo nativo Géminis).
Pero sólo me refiero a mi pasado
de noctámbulo. Ahora, por años y
cibernética, soy "noctesedante".
Recuerdo mis noches entrando en
"Sésamo" y en "Old Fashion" (a este pub le tengo escrito un fox
swing para piano). En este último tocaba (y creo que todavía actúa)el excelente y veterano pianista Roberto Berki,hispano-húngaro, que estrenó mis composiciones durante más de una década (desde 1985 a 1999). Bueno, mi experiencia en el Madrid-Noche viene desde un curso
de música en agosto de 1960 que impartía el gran musicólogo José María Perís. De "aquélla" (como se decía en Lugo capital) conocí al Padre Arroyo que fue confesor de
"El Cordobés" (Manuel Benítez).
Lo que más me gusta es ese final de tu artículo: "...para mirar el cielo de color violeta...".
Creo que don Luis de Góngora decía
"rosicler". Recuerdo haber escrito en mi único librito (nunca editado)
"El mes de tu vida" (Begardo)que la
flor de violeta es la más apropiada
para los amantes tímidos, pero los más apasionados...porque "violeta"
y "violada/o" son sinónimos. Pepe.
Marta, perdona... Como digo siempre, "con las glorias se me fueron las memorias". Olvidé decirte que a primeros de los sesenta se oía a Claudia cantando con Quique Roca y su conjunto aquello de... "Me gusta Madrid...al amanecer..." Nada más, que sigas con tu personal estilo
literario (y nada "maruja" al decir
de algún comentarista que no capta
tu "númen" de "femme sans gêne".
Qué diferencia entre tu post de hoy y el libro que leo ahora: 'Toda una vida' de Begoña Aranguren (que, de momento, no dejo de recomendar) en cuyas páginas, las fiestas en casa de los diplomáticos chilenos en la España prerrepublicana estaban plagadas de personajes como Ortega y Gasset, Lorca, Edgar Neville, Rafael Alberti... ya sé que a lo que me estoy refiriendo es ficción, pero me hubiera gustado creer que se conservaba un poco de esa magia al 'otro lado', es decir, en la realidad. Quizá por cosas como esta lea 50 novelas al año. Un saludo.
Que chasco Marta, yo me esperaba algo más glamuroso... la preisler repartiendo bombones o algo así...
Me ha gustado mucho la frase de Iris: "Quizá por cosas como esta lea 50 novelas al año" y tomo nota del libro de la Aranguren.
Un saludo
Y si puedem ser cien novelas, que no sean cincuenta. Yo también apuntó "Toda una vida"
Marta, ¿conoces la historia de la composición de la Marsellesa? La cuenta Stefan Zweig en sus "Momentos estelares de la humanidad", libro muy recomendable, por otra parte.
Buenos días, Marta. Soy una lectora tuya, me gusta cómo escribes y, aunque he llegado tarde a tu último libro La importancia de las cosas, ayer lo terminé y me gustó. Tiene la importancia de las cosas modestas (y no es peyorativo) que tan importantes son en nuestras vidas.
Si se me permite... un abrazo.
uy por dios, los VIPs ya no son lo que eran, ahora son del todo a cien.
Yo voy a recomendar otro libro. El de Mercedes Salisachs, Good Bye España. Y conste que me lo compre solo por que la autora me parecio una super woman, con 93 años, tiene una lucidez y una cultura, me joroba haberla descubierto tan tarde, pero voy a ponerme rapidamente al dia con ella.
Un besito a todos
ANÓNIMO PREGUNTA:
¿Salió ya el reportaje de ÁMSTERDAM?
..e inventar allá por los 70 los pantalones cortos, que lo eran por haber cortado los que antes eran largos; y "esternar" camisa que eran de mi padre y todo, porque era imposible ir a dormir antes de las dos de la madrugada . Una por los amigos de insomnio y otra por el cubata, que ya con algo de dinero en el bolsillo del primer trabajo remunerado y cotizando a la Seguridad Social,salía uno a la calle con más alegría que de estudiante . Había dinero para ese cubata por la noche y al bamba de nata y el periódico al salir del curre .
Pero nunca me adapté al asfalto, de tan grande que era el ruído de la llamada de la corredoira, de cuando ni luz eléctrica, ni siquiera carretera, llevaban a la aldea .
Y eso que uno nación en ciudad, estudió "por" Francés y en su casa, ya en la infancia, había otro invento gabacho_el bidé_ .
"Ten que haber de todo" .
Con cariño.SEito.
Contesto yo al ánonimo que pregunta si salió el reportaje de Amsterdam. Acabo de leerlo, lo publican en Woman, AGOSTO, chulísimo.
Marta, caray, que guapa sales.
Pablo, siempre he dicho que un maquillaje bien puesto, el pelo en su sitio y un fotógrafo profesional pueden hacer verdaderos milagros.
Y, para hacer honor a la verdad, advierto de que debieron sacarme como mil fotos. Me temo que las tomar falsas deben ser para partirse de risa. Menos mal que esas no salen
Marta, seguí tu consejo y leí "El encuentro" de Simone van der Vlugt y me duró la tarde del domingo.
Magnífico.
Gracias.
Marta: Yo también he comprado (por vez primera) "Woman". Pero te digo
una cosa especial: tu sonrisa (a veces triste y muchas alegre o llena de encanto) vale más que todas esas galas que llevas por razones de marketing (digo). La Elegancia en tí es intrínseca...
que rezuma, incluso, en toda tu obra, aunque haya algun majadero
que te apostille de "maruja"...
Ah, olvidaba el problema gallego.
Yo lo tengo muy claro: "Castellano o Galllego?". Pienso con sentido común y me digo: "¿A dónde voy yo con el gallego?" ¿O el catalá? ¿O el euskara?" Para escribir y leer poesía o hablar en familia o con amigos, gratificante... Es lo que me pasa a mí, que tan sólo soy castellano-leonés "vencellado" a mi querido y provinciano Lugo. PP
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