lunes, 16 de marzo de 2009

En la víspera

Mañana sale "La importancia de las cosas". Llevo dando la tabarra con esto durante semanas, pero, por favor, comprendedlo: hace dos años y medio que no publico, y este libro es una especia de reválida. Así que haceos cargo y perdonad que sea bastante plasta con el asunto. Por cierto, la editorial ha convocado un concurso de microrrelatos acerca del libro. Hay que escribir un texto de ciento cincuenta palabras sobre "La importancia de las cosas". El premio son cinco libros firmados por mí, y los realtos pueden mandarse a concursolaimportancia@gmail.com.


Dicen que tengo el blog bastante abandonado: mea culpa. Estuve ocupadísima las últimas dos semanas, y luego me fui a Nueva York. Tenía la sana intención de escribir un post desde allí, pero - como era previsible - la ciudad se apodera de uno y el resto del mundo se desdibuja. Durante cinco días, Susana y yo desayunamos bagels con huevos y bacon y nos dedicamos a subir y bajar, husmear por las tiendas, elevar la vista buscando la cima de los rascacielos, y poner ojo avizor para encontrar gangas en las tiendas de lujo. Me he comprado - ¡ay! - demasiadas cosas, muchas de las cuales no estoy segura de necesitar. Resistí la tentación de comprar demasiados vaqueros - tengo tres en el armario -, pero sucumbí a un modelo nuevo que acaba de sacar Ann Taylor, una marca de ropa que no fabrica para España y cuyos vaqueros me quedan mejor que cualquier otros que me haya probado. Además, como los americanos son como son, algunas marcas fabrican una línea exclusiva para mujeres bajas, entre las que me encuentro, de forma que puedo comprar pantalones sin pasar por el engorro del arreglo. También me compré una gabardina en la línea barata de Armani, unas "converse" azules que no necesito, pero que como cuestan la mitad que en España no podía dejar escapar, y media docena de artilugios se cosmética, además de gadgets de museo.

Hablando de museos, en Nueva York visité por primera vez la colección Frick: un museo situado en la casa que un magnate del carbón se hizo construir justo enfrente de Central Park en 1903. La mansión es una belleza. Cuando, tras la muerte de Frick - que sucedió sólo unos años después de que acabasen las obras de la residencia - se hizo cumplir el testamento del millonario y la casa pasó a ser un museo abierto al público, se hizo una operación majestuosa convirtiendo un paso de carruajes en un invernadero comunicado con la casa. Le dije a Susana que cualquiera podría pasar las horas muertas en un lugar así, escuchando el ruido del agua en el estanque e intentando separar el olor de las distintas clases de flores.

Paseamos por Central Park, donde aún había nieve, y descubrí unos bancos en los que nunca me había fijado y que lucen pequeñas placas que los convierten en recuerdo de alguien: "A Doris, de su esposo". "A Fred y Sarah, de sus queridos hijos"; "A la memoria de la abuela"... de todos ellos, me quedo con uno dedicado a una mujer "que ama la ensalada, el atún, la música de los Beatles, los perros, Nueva York... todo lo que quería era un banco. Toma asiento!". Susana y yo pasamos un buen rato emocionándonos con las leyendas de los bancos, eimaginando las hermosas historias que habrá detrás de cada una de esas plaquitas doradas. Lo más bonito es que están todas impecables, y ambas nos preguntamos qué ocurriría en Madrid si el ayuntamiento permitiese colocar recordatorios en los bancos del Retiro. Con todo el dolor de mi corazón, apuesto a que estarían llenas de graffitis de burla en cuestión de días. Y sería una pena. Por eso quizá es mejor que nuestros bancos no lleven placa ni los recuerdos de nadie.

Pasé el fin de semana en Galicia. El sábado mi padre recibió un homenaje en Lugo después de cincuenta años de profesión. Emotivo de verdad. Cuatrocientas cincuenta personas abarrotando el salón regio del Círculo de las Artes, uno de los salones de baile más bonitos de España. No faltó nadie de todas las personas que queremos. Nos emocionamos, nos reímos, lloramos... y acabamos la noche a las ocho de la madrugada, pensando en la inmensa suerte que tenemos de estar rodeados de tanta gente buena.

Hoy he pasado parte de la tarde en el Hotel Kafka, preparando un escaparate para la promoción del libro. Edu Vilas es, además de un amigo generoso, un habilidoso manitas sin el cual el escaparate hubiese quedado como una completa chapuza. Ahora luce muy bien. Mañana, el libro llegará las librerías mientras la preciosa portada cuelga de uno de los inmensos ventanales del Kafka.

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9 comentarios:

Blogger Ana I. ha dicho...

Cuando terminé la última página de "En tiempo de prodigios",lloré como una magdalena ante la atónita mirada de mi marido. Creo que lo hice más que por lo emotivo de las historias, que lo son, por el hecho de dejar de saber de la vida de los personajes. Se terminaron haciendo ten cercanos que terminar el libro era como una despedida.
Por ello, tengo unas expectativas muy altas con tu nuevo libro, y eso le pasa a todos tus lectores. Asique no me extraña que estés nerviosa (soy fatal tranquilizando al personal), pero estoy segura de que va a ser estupendo. Leí las primeras páginas del avance y promete mucho mucho. ¡Suerte, ánimo y a disfrutar!

16 de marzo de 2009, 13:54  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Querida Marta: el viernes tuve la ocasión de tener entre las manos un ejemplar de "La importancia de las cosas". La portada, preciosa, y la edición, impecable. Un lujo. Ello, unido a tu buen hacer, me convencen plenamente de que va a ser todo un éxito.

Mis mejores y más sinceros buenos deseos.

Un abrazo,
Pedro de Paz

PS.- Creo que, al final, no te fastidié el personaje. El nombre, quiero decir ;-)

16 de marzo de 2009, 14:41  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Hola, Marta. Supongo que estarás muy nerviosa por la acogida del libro pero, a decir verdad, no creo que haya motivo. Tus lectores no te olvidarán, seguro, y cada día serán más.

Las primeras páginas dejan un excelente regusto, te dejan con la miel en los labios, como para salir pitando para comprar el libro. Seguro que será un éxito.

Por cierto, ¡qué envidia lo de Nueva York!

Un saludo, y mucha suerte.

16 de marzo de 2009, 15:10  
Anonymous Anónimo ha dicho...

MARTA:
Estuve en la fiesta de tu padre. Nunca he visto nada igual. Y elfinal inenarrable, con la actuación de LOS PANCHOS, traídos desde Miami, y de LOS 3 SUDAMERICANOS. Y la Real Banda de Gaitas de Orense, y la espléndida cena,y la decoración de ese Salón Regio del Círculo (si no lo conocen entren en la página wed:www.circulodelasarteslugo.org). Mejor imposible. Enhorabuena.

16 de marzo de 2009, 15:15  
Blogger Mª Carmen ha dicho...

Pues yo como Ana... soy fatal tranquilazando. "En tiempo de prodigios" me encandiló y me emocionó desde la primera a la última página. De tu nueva obra sólo conozco el título que ya me encanta: "la importancia de las cosas". Suerte y te espero en la librería de la esquina.

16 de marzo de 2009, 15:46  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Marcharse a Nueva York es una maravillosa forma de evitar los nervios de los últimos días, supongo.
Mucha suerte con tu nueva novela. Yo le voy a dedicar el puente.
Jorge Díaz

17 de marzo de 2009, 0:28  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Pues Marta, yo le dedicaré mi convalecencia en el hospital...si aguanto que esta tarde ire a comprarlo...
Mucha suerte y muchos besos.
Esther

17 de marzo de 2009, 4:39  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Enahorabuena por tu nueva novela, Marta. Seguramente me la regalen porque el sábado cumplo años y los amigos saben perfectamente mis gustos y preferencias literarias. Te deseo muchos éxitos con "La importancia de las cosas".
Un beso.
Carlos María

19 de marzo de 2009, 6:14  
Blogger Moris ha dicho...

Ah !! Lugo Lugo: A homenajea a B,B entrevista a C,C condecora a D y D cierra el Cìrculo premiando a la letra A,todo controlado,nada se sale del guiòn.

30 de marzo de 2009, 4:45  

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