Un pijo
Los padres del portero de discoteca que supuestamente se cargó a un chaval de dieciocho años han dado la sentencia definitiva: el chaval era un pijo. "Un hijo de ricos", dice la llorosa madre del gorila del garito. Supongo que eso exime a su agresor de toda responsabilidad. Los pijos, ya se sabe, van por ahí buscando gresca y pidiendo a gritos que los maten a palos. Si alguien sucumbe a la tentación de golpear hasta la muerte a un portador de camisas Polo Ralph Laurent y cazadora Burberrys, no será culpa suya. Son pijos. Niños de colegio de pago. Parásitos sociales, dueños de los medios de producción, chupópteros de la plusvalía. Al hoyo con ellos, que bien lo merecen.
El caso de Álvaro Ussía está levantando ampollas, pero por fortuna no porque el crío en cuestión fuese, en efecto, miembro de una familia acomodada y alumno de un colegio elitista. Madrid esté en pie de guerra porque al fin se habla en voz alta de lo que todos sabemos, y es el comportamiento a veces casi delincuencial de los matones de discoteca.
Yo ya tengo poco contacto con ellos. Salgo mucho menos que antes, y cuando lo hago voy a locales pensados para gente de mi edad, donde no hay porteros o, si los hay, se limitan a abrir la puerta y dar las buenas noches a la entrada y a salida. Si hay bronca, llaman a la policía y pasan del asunto. Ni les gusta repartir bofetadas ni llevárselas. Cuando uno estácerca de los cuarenta, la noche se vuelve bastante más pacífica.
Cuando estaba en la universidad frecuentaba otros garitos y a otros porteros. Nunca tuve problemas con ellos porque, como a veces la suerte me sonríe, uno de mis mejores amigos era entonces una cara conocidísima de la noche madrileña. Así que los porteros de los locales de moda me sonreían y me dejaban pasar. Eran otros tiempos: la época dorada de la posmovida, la era de la bonanza económica, de las visas oro a cargo de las empresas. En Madrid había varios locales de entrada restringida a los que sólo se podía acceder portando la correspondiente tarjeta privada. Ni pagando ni leches: invitación del dueño, o a mirar desde la puerta. Yo tenía media docena de las tarjetas más codiciadas. Me las proporcinaba mi amigo, y gracias a ellas yo y el resto de los miembros de mi grupo entrábamos sin problemas en Archy, en Joy, o en Stella, donde jugábamos a los bolos con Almodóvar o asistíamos al cumpleaños de la novia de Prince. Supongo que más de uno se preguntaría qué demonios hacíamos en aquellos templos del glamour: éramos demasiado jóvenes, demasiado corrientes demasiado vulgarmente vestidos y demasiado pobres para mezclarnos con la grey exquisita que componía la parroquia mayoritaria de aquellos locales. Pero ya se sabe que quien tiene un amigo tiene un tesoro, y gracias a mi amigo Jaime me tomaba copas gratis en la barra más in del Joy Eslava (la que estaba junto a la pista a mano derecha) donde, supongo, más de uno sospechaba que ni mis amigos y yo estñabamos en condiciones de pagar mil quinientas pesetas de las de 1989 por un whisky con cocacola.
Yo era una privilegiada, y por eso nunca tuve trifulcas con "los de la puerta". Pero sí fui testigo de cómo se las gastaban con otros. Muchos de ellos llevan veinte años "trabajando" con total impunidad sin que nadie - ni los cueños de los locales, ni la autoridad competente - hicieran nada al respecto.
Ahora hay un chico muerto y alguien tendrá que dar explicaciones al respecto. Estaría bien saber por qué tiposcon antecedentes están guardando las buenas costumbres en los locales de copas. Por qué se acumulaban las denuncias contra el Balcón de Rosales sin que nadie ejecutara medida alguna. Al ayuntamiento de Madrid le toca dar la cara y ofrecer respuestas. Porque ya hay demasiadas preguntas en el aire. Y losque pagamos impuestos nos merecemos que se despejen ante nosotros algunos interrogantes.
El caso de Álvaro Ussía está levantando ampollas, pero por fortuna no porque el crío en cuestión fuese, en efecto, miembro de una familia acomodada y alumno de un colegio elitista. Madrid esté en pie de guerra porque al fin se habla en voz alta de lo que todos sabemos, y es el comportamiento a veces casi delincuencial de los matones de discoteca.
Yo ya tengo poco contacto con ellos. Salgo mucho menos que antes, y cuando lo hago voy a locales pensados para gente de mi edad, donde no hay porteros o, si los hay, se limitan a abrir la puerta y dar las buenas noches a la entrada y a salida. Si hay bronca, llaman a la policía y pasan del asunto. Ni les gusta repartir bofetadas ni llevárselas. Cuando uno estácerca de los cuarenta, la noche se vuelve bastante más pacífica.
Cuando estaba en la universidad frecuentaba otros garitos y a otros porteros. Nunca tuve problemas con ellos porque, como a veces la suerte me sonríe, uno de mis mejores amigos era entonces una cara conocidísima de la noche madrileña. Así que los porteros de los locales de moda me sonreían y me dejaban pasar. Eran otros tiempos: la época dorada de la posmovida, la era de la bonanza económica, de las visas oro a cargo de las empresas. En Madrid había varios locales de entrada restringida a los que sólo se podía acceder portando la correspondiente tarjeta privada. Ni pagando ni leches: invitación del dueño, o a mirar desde la puerta. Yo tenía media docena de las tarjetas más codiciadas. Me las proporcinaba mi amigo, y gracias a ellas yo y el resto de los miembros de mi grupo entrábamos sin problemas en Archy, en Joy, o en Stella, donde jugábamos a los bolos con Almodóvar o asistíamos al cumpleaños de la novia de Prince. Supongo que más de uno se preguntaría qué demonios hacíamos en aquellos templos del glamour: éramos demasiado jóvenes, demasiado corrientes demasiado vulgarmente vestidos y demasiado pobres para mezclarnos con la grey exquisita que componía la parroquia mayoritaria de aquellos locales. Pero ya se sabe que quien tiene un amigo tiene un tesoro, y gracias a mi amigo Jaime me tomaba copas gratis en la barra más in del Joy Eslava (la que estaba junto a la pista a mano derecha) donde, supongo, más de uno sospechaba que ni mis amigos y yo estñabamos en condiciones de pagar mil quinientas pesetas de las de 1989 por un whisky con cocacola.
Yo era una privilegiada, y por eso nunca tuve trifulcas con "los de la puerta". Pero sí fui testigo de cómo se las gastaban con otros. Muchos de ellos llevan veinte años "trabajando" con total impunidad sin que nadie - ni los cueños de los locales, ni la autoridad competente - hicieran nada al respecto.
Ahora hay un chico muerto y alguien tendrá que dar explicaciones al respecto. Estaría bien saber por qué tiposcon antecedentes están guardando las buenas costumbres en los locales de copas. Por qué se acumulaban las denuncias contra el Balcón de Rosales sin que nadie ejecutara medida alguna. Al ayuntamiento de Madrid le toca dar la cara y ofrecer respuestas. Porque ya hay demasiadas preguntas en el aire. Y losque pagamos impuestos nos merecemos que se despejen ante nosotros algunos interrogantes.
16 comentarios:
Marta, yo soy de tú quinta y en mí ciudad también entrabas gracias a un amigo en todos los locales más "in". Además no se si porque nos pilló otra época pero a los porteros los conocías y lo que hacían era dejar o no pasar a la gente.
Me ha venido a la memoría los vespinos, las cazadoras vaqueras con el mickey detrás, snoopy, los pantalones de colores de Levi´s, los plumas de mito, etc.....
Pero ahora lo más importante es que no vuelva a pasar lo de Álvaro, y esto lo pueden conseguir las Autoridades prohibiendo los "antros" porque no tienen otro nombre, que no sean legales, los dueños de los locales, contratando a profesionales e incluso nosotros mismos cuando veamos un conato de pelea llamando a la policia.
A mí una vez me dijo un portero: te voy a marcar. Y el gorila me dio de refilón con los nudillos y me marcó, un pequeño moratón, en la famosa Boss, de Sevilla. En Madrid yo era, antes cuando era militante de la noche, amigo de algunos porteros como el del Cien, el del Penta o el de De Koña. Los había majos, algunos gorilas tenían su corazoncito. Por otra parte, comento: recuerdo hace diez o doce años en el balcón de rosales -lugar de los hechos-, tras una fiesta en un piso de Princesa. En fin como también éramos un poco trastos y borrachines, llegamos a la discoteca no del todo serenos, se nos denegó la entrada, y tratamos de parar a uno de mis amigos, que quería entrar por huevos a la mierda que era esa discoteca de Balcón de Rosales. Optamos por retirar a mi amigo, y olvidarnos del portero. Claro, ya me habían dejado marcado en Sevilla. En fin, la cuestión, si son los gorilas tipos con mínimo aguante, rehuid de darles trabajo, porque fuerza y mala leche tienen mucha. No creo en la violencia gratuita de los porteros, en todo caso semi-gratuita, con lo cual quiero decir que un gran número de ellos se ofenden a la mínima y la pueden montar rápido, pero no creo que un portero se líe a hostias sin mediar cierta provocación por leve que sea. De todos modos, la muerte de Álvaro me ha sorprendido y me ha entristecido, y me parece una putada enorme que le trunquen a uno la vida con 18, que son los previos de la flor de la vida.
Besos.
La muerte gilipollas de Alvaro tiene mayor morbo mediático porque se llamaba Ussía y era un chico de 18 años muy guapo y de Aravaca. Perdon si parezco frívolo. Nada mas lejos de mi intención.
Es una muerte más que, sobre todo su madre (creo que su padre murió hace 2 años) es quien realmente la está sufriendo. Nada podemos decir ante algo tan trágico y desolador como la muerte de un hijo de 18 años.
Lo que es grotesco y vergonzoso es la situacion de impunidad mafiosa que viven las discotecas y locales de este tipo en Madrid. Dice el Ayuntamiento que había dado varias ordenes de cierre. ¿Y por qué no lo cerró? Es como los avisos de los ayuntamientos ante las obras ilegales que les interesan ¿por qué no las paran? Es una burla a la ley y un negocio encubierto. Se tolera la ilegalidad para poder extorsionar a los empresarios. En el momento que sean molestos se les aplica la ley y ya está. Mientras tanto, seguimos alimentando el bote guatequeril.
Si no, no tiene sentido que tantos vecinos de tantos barrios denuncien tantas discotecas y bares y la policia municipal no les cierra el negocio. Es porque participan en el negocio. No me cabe la menor duda.
Darle un arma y un uniforme a un perturbado puede ser muy peligroso. Por eso se hacen examenes psicológicos, que muchas veces no sirven para nada. Por eso tenemos algunos ejemplos de seguratas y policias que se creen Harry el sucio.
Hablo de "algunos", claro. Pero en cantidad suficiente para que sea un síntoma revelador.
Si encima esa actividad está desregulada como la de los porteros, que suelen ser tipos de gran corpulencia y a veces pasado conflictivo, ya tenemos un problema potencial. Drogas y el dinero facil hacen el resto.
Yo no voy a muchos bares por no tener que pasar el test de un tipo al que en otras condiciones despreciaría. Parece un poco clasista o elitista, pero no tengo necesidad de alimentar estos tipos de negocio. Los ejemplos mas tópicos y horteras los tenemos en Buda Bar, Gabanna, Le Garage, o Ramsés. En este úñtimo hacen el ridículo de aparcar los ferraris de los clientes encima de la acera, para que se vea que el sitio es de nivel (nivel caro, se supone). El ayuntamiento, por supuesto, lo tolera, porque a veces lo he denunciado a un policía y se ha encogido de hombros, diciendo que deben de tener permiso. A mí me parece potenciar un estilo de vida hortera que solo valora el dinero y las apariencias. Como si estuvieramos en la Marbella de Gil.
Perdón por ese comentario tan largo. Pero olvidaba algo muy importante: hay que tener un poco de cuidado con lo de la entrevista a la madre del portero. Hay expresiones tipo "está a punto de darme un patatús", "casi me da un soponcio"...que son un poco sospechosas de que la entrevista tenga algo de ejercicio literatura creativa. El objetivo podría ser victimizar a un grupo social como del que hacen representante al pobre Alvaro, utilizando su muerte tan triste de una forma partidista.
Del periódico que publica esta entrevista ya conocemos muchos ejemplos de periodismo "creativo" aprovechando los sucesos mas sensacionalistas y conmovedores.
Después que la madre del gorila diga lo que sea por defender a su hijo, en un acto de maternal desvergüenza y falta de caridad hacia la otra madre, la que realmente ha sufrido una tragedia; puede ser mas creíble.
La verdad, Marta, es que me este post ha dado mucho que pensar. Por una parte, los porteros me dan miedo y por otro pena (tienen la edad mental de un niño de 5 años, y conozco a unos cuantos). Por otro lado, odio aún más a los típicos pijos madrileños (y hay que reconocer que este crío lo era). Pero a quien no soporto es a los VIPS arrogantes que se pasan el tiempo dándose puñaladas unos a otros entre raya y raya en un antro de moda. Si me dieran un euro por cada gilipollas que me dió el coñazo con aventuritas con Almodóvar o Alaska, montaría un bar en Lugo sólo para ti y España conocería "La Movida Luguesa".
A mi me preocupan los porteros, pero me preocupan más los adolescentes borrachos a miles; flirteando con la droga algunos y bien enganchados otros; de los que nadie se preocupa ni se siente responsable; a los que muchos justifican para no enfrentarse al problema que esto supone.
Lo raro es que sólo haya un muerto de vez en cuando, y lo malo es que el problema lo centremos en que si el portero de la discoteca era un profesional o un matón
La actitud de la madre del matón es la misma que encuentran todos los dias los profesores ingenuos a los que se les ocurre citar a los padres del típico chaval conflictivo que molesta en clase: se sienten ofendidos, defienden lo indefendible, culpan y hasta amenazan al profesor... En fin, que prefieren ponerse una venda en los ojos antes de reconocer su incapacidad para educar a sus hijos y corregir determinados comportamientos. Éste es un caso muy extremo pero la actitud a la defensiva es la misma y desgraciadamente está cada vez más extendida en la sociedad, especialmente en las capas más acomplejadas.
como en muchos otros aspectos, por estas tierras las cosas sólo se arreglan cuando hay una desgracia… lo de la madre del animal supongo que será producto del instinto de protección maternal (aunque en algunas casos y en el mío propio, si hiciese una salvajada de esas mi propio padre sería el que se encargase de arrancarme la cabeza)… después de muchos años saliendo de noche, si algo he aprendido es a hablar lo mínimo con los guardianes de las puertas y a no llevarles la contraria..
Yo me he criado en Costa Polvoranca, lugar que, por cierto, hace muchos años que dejé de pisar. Qué decir aparte de que, en su época, lo más peligroso del entorno no eran las distintas tribus que acudian a la llamada del asueto -en los primeros tiempos de Costa Polvoranca incluso convivían de puta madre- sino los aparentes guardianes de acceso. Que se lo pregunten a los que alguna vez tuvieron que lidiar con las bestias pardas de "INN" que, a la menor contrariedad, te partían la nariz de un cabezazo.
Saludos,
Pedro de Paz
PS.- perdón por el offtopic pero aprovecho la ocasión para comentar que el próximo sábado 22 por la mañana se me podrá encontrar en Barcelona, en la librería Negra y Criminal. Lo digo para el que pueda y le apetezca llevarse un ejemplar garabateado del El documento Saldaña. :-)
Anónimo lugués: en los ochenta yo no era una vip arrogante, entre otras cosas porque no tenía un duro, y no tomaba copas entre raya y raya entre otras cosas porque no tenía ni para la raya. Lo que tenía, ya lo expliqué, era un amigo de la Facultad muy bien relacionado.
Lo de un bar de copas en Lugo sólo para mí... en fin, no sé si merece la pena, pero si te animas, prometo hacer la correspondiente crónica.
Por cierto, quiero pensar que el escándalo por la muerte de Álvaro Ussía no tiene nada que ver con su apellido. ¿Os parecería más grave el asunto si el chaval se llamase Manolo Pérez y viviese en Villaverde Bajo? Aquí lo preocupante es el matonismo de los porteros. Si, como alguien dice, tienen una edad mental de cinco años, lo que habría que hacer es colocarlos en el cotolengo, y no en la puerta de un local con un pinganillo en la oreja.
Perdona Marta, tienes razón. Ahora recuerdo haberte dado unas monedas para calimocho en la casa ocupada donde vivíamos cuando volvíamos de tirar piedras a la policía.
El problema de los matones tiene fácil solución: no ir a esos antros. La diversión en un local es inversamente proporcional al precio de los trajes de los gorilas de la puerta. Y si tiene alfombra roja, lo mejor es ir a preguntar cuántas estrellas tiene el hotel y si quedan habitaciones libres.
A mí lo de pijo o no pijo también me da un poco igual:que lo sea o que lo diga alguien.Tampoco me fío de todos modos del periódico,pero si realmente lo hubiese dicho,no hay que darle importancia creo yo a lo que unos padres dicen para defender a sus hijos a la desesperada y elevarlo a posición que defenderían en situación normal.Cuando uno está desesperado y angustiado dice muchas chorradas.
Lo otro,lo del anónimo,es sólo envidia.
A mí lo que me parece preocupante es la falta de regulación de las cosas,que es lo que propicia estas situaciones (por llamarlas de alguna forma).Pasa también con la falta de regulación de la eutanasia, de la prostitución,del aborto (antes,y ahora por su confusa e imprecisa regulación) o de los bancos.Al final son todo abusos.Más intervencionismo es lo que se necesita (socialismo,no comunismo-aclaro-)
Uno no acaba nunca de sorprenderse. Veamos. Quien mata a un inocente es un asesino, y me da igual el dinero que tenga en el banco o que el juez me diga que es un hombre de paz.
"Odio a los pijos", dice, ¿acaso tu vecina del 5º, ésa que te despelleja vivo con sus cotilleos, si entras porque entras, si sales porque sales, es mejor persona porque no lleva un lagarto en su camiseta?
Y lo digo yo que he defendido siempre a los de mi "clase", a los obreros, pero es que hay obreros liberados en un sindicato, por ejemplo. Quiero decir que hay que tratar a cada persona para saber si es o no de ley, a cada persona individualmente y no como parte de un grupo.
Lo de este chico es una barbaridad, y si de mí dependiera el portero no volvería a ver la luz.
Saludos para todos.
La madre del matón y el padre de uno de los chicos que quemaron a la señora del cajero. Dos ejemplos de padres-fracaso. Seguro que sí, seguro que en el cole le culpa era del profe, que le tiene manía al niño.
Y ahora, espero, en vez del profe, será el juez.
Como dice mi tía: " Vaya por Dios todo".
Cristina.
Lo que hay es muy poco profesional.
Roberto, a ti te querría ver yo ordenando el cotarro y poniendo paz en el gallinero.
Pequeño Richard, tienes toda la razón: el pijo no es el peor ejemplar de fauna urbana con el que puedes toparte
Al anónimo lugués: no he bebido calimocho en mi vida. Yo soy más de tinto de verano. La cocacola, con hielo. Y lo de las piedras a la poli...en fin... se me ocurren mejores maneras de pasar el rato
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