viernes, 25 de julio de 2008

Verano en la Ciudad

El mes pasado, una revista femenina me pidió unas líneas sobre las ventajas de pasar el verano en la ciudad. Yo no sé cómo lo hago, pero todos los años pringo en Madrid unos cuantos días de agosto. Debe ser que me organizo mal. O que me organizo bien: en el fondo, el verano en la ciudad tiene su encanto, y así lo defendí en mi conato de artículo (digo conato porque sólo tenía diez líneas)

En primer lugar, las noches son espléndidas si se pasan callejeando. Es tan corto el verano, y tan largo el invierno... aprovechemos para lucir hombro y pierna, porque aunque nos empeñemos en no recordarlo, nos quedan dos telediarios para hacerlo como es debido.

Luego está el asunto de los restaurantes: entre la crisis y el éxodo vacacional, puedes encontrar mesa en cualquier sitio. Ayer cenamos en SUA, uno de nuestros favoritos. Estaba medio vacío. Es un sitio precioso, y se come estupendamente. Luego tomamos unos cócteles en Del Diego. Como siempre, abarrotado. Fernando, el barman y dueño, nos cuenta que cierran en agosto, y yo me pregunto dónde podré abrevar a gusto en esos días.

Otra ventaja del verano son las rebajas. A finales de julio, los de las tiendas se asustan ante el superávit de existencias - porque la entrega de los artículos de otoño es inminente - y saldan casi todo. Ayer, en una visita a una tienda de Hortaleza, me hice con un vestido, un bolso y unos zapatos por poco más de cien euros. El vestido es normalito, y el bolso más bien de batalla, pero los zapatos dan el pego, y de qué manera. Conozco una zapatería que, en los últimos tres días de julio, aplica un cincuenta por ciento a los zapatos de Tod´s y Prada. Es el momento perfecto para montarse el fondo de armario del año que viene.

Y luego están los amigos: todos los que pasan el verano en la ciudad se sienten como náufragos malditos por la suerte, que les obliga a tragar asfalto mientras el resto de la humanidad se refresca en las playas. Así que nos vemos invadidos de un raro instinto gregario que nos empuja a hacer planes fastuosos para vernos y vengarnos de los más afortunados: no veremos el mar, pero podemos pasarlo igual de bien. Para los próximos días tengo proyectadas dos comidas y dos cenas, amén de cafés, copas y puros con gente divertida y a la que quiero mucho.

En estos días, no puedo evitar recordar los veranos de la infancia, que eran largos y a ratos tediosos. Veranos que empezaban el veinte de junio y se alargaban hasta la segunda semana de septiembre. Veranos hechos de comidas familiares, del viaje anual a la playa - a Ibiza, primero, luego a Canarias, donde me esperaba un feliz ejército de diecinueve primos - de excursiones al campo con nevera de plástico y termo lleno de filetes empanados. Veranos de emociones y sí, también del aburrimiento que acompaña a la infancia. Porque ahora la diversión es, para los chavales, una especie de derecho adquirido. Pero yo me aburría, y también mis hermanos, y mis amigos. Ahora, losniños dicen "me aburro", y los padres se sienten los peores progenitores del mundo, y se apresuran a crear un complicado ecosistema de disfrute para que los niños encuentren la forma de pasarlo bien, y no se les cree un trauma que les lleve al botellón, las drogas y los asesinatos masivos. Cuando nosotros, hace treinta años, decíamos "me aburro", la respuesta era siempre la misma: "pues será porque quieres". Ahora no me aburro nunca. Pero a veces, para qué voy a decir otra cosa, añoro aquellos veranos que se estiraban como si fuesen de chicle, y las tardes largas en las que buscábamos desesperadamente algo que hacer mientras, en secreto, aguardábamos la llegada de septiembre.

Por lo demás, mis verdaderas vacaciones están a la vuelta de la esquina. Aunque, como siempre, serán relativas: a Galicia tengo que llevarme algunos deberes. Debo leer una veintena de originales para cumplir con mis obligaciones de jurado en el Premio Lengua de Trapo y en el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil. ¿Cómo voy a aburrirme en semejantes condiciones?

P.D- Si a alguno le apetece ver el trailer y el making of de la película en cuyo guión he colaborado, entrad en www.laconjura.es

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3 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Me alegra mucho haberte recuperado para la causa blogera, Marta. Esto no era igual sin tus agudos posts.

Abrazos,
Pedro de Paz

27 de julio de 2008, 9:56  
Blogger León de Biedma ha dicho...

estoy de vacaciones lejos de la ciudad, pero con la ciudad. Un abrazo. Dentro de poco en Galicia, en Lugo. Aunque desgraciadamente tuve que ir la semana pasada, murió la abuela. Vuelvo enseguida doblemente.

28 de julio de 2008, 3:29  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Bienvenida de nuevo, Marta,
Sigo alucinando con el trailer,
Besos, y ven pronto que ya tenemos enfiando el albariño
Pablo Núñez

28 de julio de 2008, 5:02  

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