De regreso
Por fin. Han sido tres semanas de ausencia justificada. Tres semanas, largas como un día sin pan, privada de algo que se ha convertido en una mezcla de diario personal, paño de lágrimas, dazi-bao, muro de las lamentaciones... En fin, que ya estoy de vuelta.
Razones de mi desaparición: el blog se estropeó. Que nadie me pregunte por qué. Ni siquiera mis programadores entienden qué es lo que ha pasado. El caso es que estoy de vuelta, y espero ser constante en mis post. Por cierto, gracias a los patrocinadores, que han demostrado una paciencia casi franciscana, y también a los amigos que han seguido visitando la web.
Después de tantos días fuera, tengo mil cosas que contar. El fin de semana pasado estuve en Milán. Era una visita esencial para un capítulo de mi nueva novela. Nunca había estado en la ciudad, y uno de los episodios tiene que transcurrir precisamente allí. Los que la lean entenderán por qué.
Fue un viaje estupendo. Milán es un lugar muy raro, muy desordenado, muy caótico. Daría algo por poder ver la ciudad antes de los bombadeos, pues intuyo que los palacios se multiplicaban por cien. Aún así, Milán sigue conservando decenas y decenas de hermosos edificios con balcones cuajados de flores. De todas lo visto, me quedo con el paseo por las terrazas del Duomo, con el evocador palacio de los Visconti y con la fabulosa iglesia de San Giorgio Maggiore y la capilla que llaman "del cielo de oro", cuya cúpula está cuajada de miles de doradas teselas.
Por cierto, el cinco de septiembre se estrena "La conjurade El Escorial", en la que he participado como guionista. Id a verla, por favor. Yo ya he asistido a una proyección, y el resultado es más que bueno. Julia Ormond está impecable como Princesade Éboli. Jason Isaacs parece haber nacido para encarnar a Antonio Pérez. Y Juanjo Puigcorbé es el mejor Felipe II de la historia del cine. Está soberbio.
Mañana, mucho más. Da gusto volver a casa
Razones de mi desaparición: el blog se estropeó. Que nadie me pregunte por qué. Ni siquiera mis programadores entienden qué es lo que ha pasado. El caso es que estoy de vuelta, y espero ser constante en mis post. Por cierto, gracias a los patrocinadores, que han demostrado una paciencia casi franciscana, y también a los amigos que han seguido visitando la web.
Después de tantos días fuera, tengo mil cosas que contar. El fin de semana pasado estuve en Milán. Era una visita esencial para un capítulo de mi nueva novela. Nunca había estado en la ciudad, y uno de los episodios tiene que transcurrir precisamente allí. Los que la lean entenderán por qué.
Fue un viaje estupendo. Milán es un lugar muy raro, muy desordenado, muy caótico. Daría algo por poder ver la ciudad antes de los bombadeos, pues intuyo que los palacios se multiplicaban por cien. Aún así, Milán sigue conservando decenas y decenas de hermosos edificios con balcones cuajados de flores. De todas lo visto, me quedo con el paseo por las terrazas del Duomo, con el evocador palacio de los Visconti y con la fabulosa iglesia de San Giorgio Maggiore y la capilla que llaman "del cielo de oro", cuya cúpula está cuajada de miles de doradas teselas.
Por cierto, el cinco de septiembre se estrena "La conjurade El Escorial", en la que he participado como guionista. Id a verla, por favor. Yo ya he asistido a una proyección, y el resultado es más que bueno. Julia Ormond está impecable como Princesade Éboli. Jason Isaacs parece haber nacido para encarnar a Antonio Pérez. Y Juanjo Puigcorbé es el mejor Felipe II de la historia del cine. Está soberbio.
Mañana, mucho más. Da gusto volver a casa
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