lunes, 29 de junio de 2009

Regreso al trabajo

Trabajo en un cuento para un proyecto que pretende unir vino y literatura promovido por las bodegas Moradas de San Martín. Cuando el relato está casi terminado, me doy cuenta de que el resultado no es bueno, así que rompo metafóricamente todo lo escrito y vuelvo a empezar con otra historia que, esta sí, parece que funciona.

La semana pasada se celebró la fiesta de salida del tercer volumen de Milleniun, de Stieg Larsson(Por favor, los que se ponen como fieras cuando hablo de vida social que dejen de leer en este momento, no les vaya a subir el azúcar). Una celebración preciosa a la que nofaltaron ni el embajador de Suecia - que actuó de maestro de ceremonias junto a Lorenzo Silva y el alcalde de Madrid - ni la editora sueca de Larsson. Con Silvia Sesé, de cuya mano entraron en España los libros de Millenium, hablé un rato sobre lo irónico del destino: aquella fiesta, toda aquella gente entusiasmada por un libro, y su autor muerto. Silvia y Emilia Rosales, director de Destino, coincidían en afirmar que hubiesen dado casi cualquier cosa por haber podido conocer a Larsson. Apuesto a que no son los únicos.

Con Nico Casariego brindamos por la buena marcha de un proyecto de primera magnitud en laque está embarcado. Nico es un escritor excelente y una de las personas ´más sutilmente inteligentes que conozco. Está de enhorabuena. Se lo merece todo. Lola Beccaría sigue promocionando su libro "El arte de perder", una historia de amor tóxico que está conquistando a los lectores. Con Espido Freire hablo de proyectos para el año que viene, y le ayudo a localizar a una canapera habitual: se llama Mercedes y se cuela en las fiestas pretendiendo ser una enviada especial de un ministro, un alcalde o de la mujer del Presidente del Gobierno.

A mí estos personajes me hacen todos mucha gracia salvo la tal Mercedes. Una vez, hace doce años, estaba yo ayudando a vender unos libros de carácter benéfico, y vino ella y me pidió dos "de parte de Camilo José Cela". Recuerdo que le expliqué, con mucha paciencia, que aquellos libros no se podían regalar, que se vendían a beneficio de una asociación de niños disminuídos y que nadie, ni el autor, ni el editor, ni el ilustrador, cobraban un céntimo. Pues ni por esas. La tía cogió los dos ejemplares y se marchó con ellos. A mí me dio entonces un ataque de rabia justiciera, y afloró la macarra que llevo dentro. Dejé mi lugar en el puesto de venta, y en un tonode voz desaconsejablemente alto le dije a la canapera: "Mira, tía, no sé a dónde estás dispuesta a llegar para llevarte estos dos libros, pero yo estoy dispuesta a pegarme contigo para que no te los lleves". Mano de santo. La robalibros me devolvió los dos volúmenes, y confieso que en un primer momento me sentí decepcionada:llegado ese punto,estaba deseando repartir estopa, y hubiese sentido un placer desmesurado en propinar a aquella delincuente dos buenas bofetadas delante de todo el mundo. Volví al puesto colorada como un tomate, despidiendo adrenalina y sintiéndome una mezcla de Thelma, Louise, Steven Segal y Jackie Chan. Han pasado doce años desde entonces, y la tal Mercedes sigue colándose en las fiestas y comiendo canapés de gorra, pero creo que se le han quitado las ganas de chulear a la beneficencia.

He vuelto a leer "El guardián entre el centeno", para descubrir que es mucho mejor de loque lo recordaba desde mi primera lectura, hace veintitantos años. Y otro placer recién descubierto: la serie "The Wire", una joya de la televisión cuya primera temporada me he tragado enterita en tres días: un grupo antidroga de la policía de Baltimore luchacontra el tráfico de estupefacientes, los políticos corruptos, los polis malos... la factura de la serie, las interpretacíones, los guiones, los diálogos, convierten en una triste antigualla a series como "Canción triste de Hill Street". No te la pierdas, que merece la pena.

Mi barrio se prepara para vivir las fiestas del Orgullo Gay. A mí eso de estar orgulloso de ser gay me parece tan idiota como estar orgulloso de ser hetero, pero allá cada uno. Las fiestas dan mucho la lata - sobre todo, porque aquí la peña está convencida de que la diversión tiene que ir unida a la música estruondosa. Durante cuatro días, mi salón se convierte en una sucursal del infierno. Los cristales tiemblan, y cosas tan normales comover una película o mantener una conversación se convierten en ´misión imposible - pero también benefician a los hosteleros de la zona, así que haremos de tripas corazón , y aguantaremos mecha un año más. La mayoría de mis amigos homosexuales abominan del festejo, lo cual me parece que tiene cierta gracia. Ya contaré más la semana que viene si sobrevivo al jaleo.

Esta semana, y mientras acabo el cuento, pienso trabajar en una novela juvenil que he empezado. Se me ha ocurrido una idea muy buena sobre una historia completamente distinta a todo lo que he escrito hasta ahora. No sé qué saldrá de todo esto, pero me apetece probar. Porque, además, ya era hora de volver al trabajo.

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lunes, 22 de junio de 2009

Fin de semana al sol

Por favor, que no se me revuelvan los que se enfadan cuando doy cuenta de mi vida social. Ha sido un fin de semana al sol, pero también de trabajo: me fui a Canarias para hacer desde Las Palmas el programa de radio en el que trabajo. Vinieron conmigo el actor Juan Carlo Naya, el director de teatro Juan Carlos Pérez de la Fuente (que prepara el que puede ser el gran montaje teatral de la temporada que viene, "Angelina o el honor de un brigadier", de Jardiel Poncela, con reparto de lujo, vestuario firmado por Artiñano y una escenografía espectacular), Marta y Natalia, de producción - y con quienes pasé los ratos más divertidos del fin de semana - Valduque, que es técnico de sonido, y Rafael Sánchez, que es director del programa.

(Es el momento para que el sector crítico entre en barrena criticando el gasto y el dispendio de tanto viaje en tiempo de crisis. Para echar sal en la herida, les diré que comimos muy bien y nos alojamos en el Santa Catalina, tomamos el sol, nos dimos algúnn bañito y ganamos unas perrillas en el Casino del hotel)

El viernes estaba cerrando el equipaje para marcharme al aeropuerto cuando escuché la noticia del atentado y la muerte del policía Puelles. Ya en Las Palmas nos enteramos de todos los detalles de la espantosa agonía del pobre hombre, quemado vivo dentro de su coche mientras pedía ayuda. Confieso que me impresiona, para mal, el testimonio del vecino que dice que escuchó sus gritos, y que dice, lleno de razón, que como no podía ayudarle "encendí el coche y salir pitando". Ya sé que cada uno es como es, y no dudo que sería imposible acercarse al coche para sacar de él a la persona que pedía auxilio desde su interior - el fuego es terrible -, pero hay que ser de un pasta muy concreta para, ante semejante situación, largarse a toda castaña.

Luego, lección de saber estar a varias bandas: el presidente del gobierno y el jefe de la oposición entrando juntos en la capilla ardiente; los tres cuerpos policiales operativos en el País Vasco entrando a hombros el féretro del asesinado; el lehendakari diciendo lo que se tiene que decir y llamando a las cosas por su nombre... algo se mueve en Euskadi. El momento más importante, más incluso que el encendido y acertado discurso de Patxi López - el que sepa leer entre líneas, habrá entendido que los colaboradores de eta van a ser perseguidos con mucho más rigor que antes -, más incluso que las palabras emotivas y durísimas de Paqui, esposa de la víctima, el momento en el que un Ertzaina retiró la foto ominosa de un etarra colocada en un edificio entre aplausos de los vecinos de Arrigorriaga. Que sea la primera foto eliminada de un sitio público, pero que no seala última. Que desaparezcan todos los retratos de los asesinos a quienes los enfermos de mente estragada convierten en héroes.

Como siempre hay momento para las salidas de pata de banco, hoy el PNV sedescuelga diciendo que el discurso de Patxi López fue demasiado épico. Pues claro que lo fue. Ya era hora. Cuando hay que batirse el cobre con asesinos, no está mal echar mano de la épica y la llamada al corazón de la gente de bien. Porque para hacer discursos blandorrios y ambiguos ya estuvieron los chicos del PNV durante muuuuchos años. Como la gente quería que se empezase a llamar a las cosas por su nombre, los mandó a la oposición a chupar banquillo. Y apostaría a que por muchos años, pero eso ya se verá.

También han dicho los del PNV que la viuda no debería haber hablado. Por supuestoque no. Las viudas, en la sombra, de luto y con mantilla, con el negro en las medias y en el alma. Y calladas como puertas, no vayan a decir alguna verdad que nos sonroje a todos. Paqui, la mujer del agente asesinado, las dijo como puños y sin pasarse un pelo. Porque podría haber hablado más. Decir, por ejemplo, que si la consejería de interior del gobierno del PNV no hubiese estado conteniendo a la Ertaintza, a lo mejor hubiesen caído en el saco más terroristas, y hoy su marido no estaría carbonizado en una caja de pino. Por eso el PNV las quiere calladas como puertas. Lo que hace falta es cuajo y morro para decirlo en público.


Pues eso, que se callen las viudas y que hable el soplagaitas de Alfonso Sastre, que ya advierte al lehendakari que o se sienta con los pistoleros o vendrán muchos días de dolor. Me gustaría saber de donde saca la información el bisoño candidato para hacer esas afirmaciones con tanta rotundidad. Si lo que hace no fuera siniestro, Sastre resultaría por encima de todo un tipo ridículo. Si os queréis reir, podéis echar un vistazo al blog de mi amigo David Torres, en concreto alpost titulado "A Sastre le hacen un traje", dond J.M Mijangos da su versión hilarante de cómo se produce la entrada de Sastre en política, llevado por el ronzal de la feroz Eva Forest. Vamos, que el tipo está en esto por calzonazos.

En el viaje a ninguna parte, Sastre se llevó de compañero de fatigas a un gallego, Xosé Luis Méndez Ferrín. Ya sé, ya sé que a la mayoría el nombre no os suena. A los gallegos nos suena a todos, porque llevan años dando la matraca con que es un genio y un ejemplo de lasletras universales, y la leche en bote, y todos los años lo proponen al Nóbel, toma castaña - y todos los años, supongo, se organiza el mismo descojono en Estocolmo cuando llega la candidatura que pretende poner al pobre Ferrín al nivel de Camús, Doris Lessing o García Márquez. Lo cierto es que, de Piedrafita para allá, a Méndez Ferrín no lo conoce ni Dios bendito. Pero no se lo digáis a los que quieren que le den el Nobel, no se vayan a llevar un disgusto

La verdad es que Ferrín tiene su mérito. Y es listo como el hambre: ha sido capaz de vivir cómodamente cobijado bajo el amparo de todos los gobiernos que ha tenido Galicia, y todos - empezando por el del PP - le han mimado hasta la extenuación y el asquito. Ahora, Ferrín se asocia a Sastre para hacer el indio en las elecciones europeas - total, ya lo hace cada año en Estocolmo - y, además de llevarse el batacazo padre (tres mil cochinos votos tuvo su partido en Galicia), nos dejó para la historia perlas verbales, como lo que le contestó a un periodista que quería saber si le constaba que había miembros de batasuna en su candidatura: "Ni me consta, ni me deja de constar". Toma lección de gallardía, cintura y topicazo gallego, que ni sube ni baja.

Patxi, tío, pon a Sastre en su sitio. Y luego a los otros, que te lo están pidiendo a grito pelado.

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miércoles, 17 de junio de 2009

Tormentas de verano

Sí, como la que cayó ayer en Madrid. No vino mal para refescar un poco el ambiente después de un fin de semana en el que la ciudad se convirtió en una sucursal del infierno.

La Feria del libro cerró sus puertas con resultados esperanzadores (un incremento en las ventas de un 10%, con la que está cayendo, no está nada mal) y buen ambiente en general. Tuve un firma estupenda en la mañana del domingo, y otra más floja en la tarde, en la que hubo mucho menos público

Firmé menos, pero en compensación compartí caseta con Rafael Reig, que me buscaba las cosquillas cada vez que firmaba un ejemplar :"¡Llevo dos más que tú, chincha y rabia!" Su "Manuel de Literatura para caníbales" se ha convertido en un clásico moderno, lleva cinco ediciones y, lo que es más impor´tante, sigue reeditándose tres años después de su salida al ruedo, ahí es nada.

Recibimos visitas de amigos misericordiosos que se apiadaban del calor que estábamos pasando en la caseta de Antonio Machado, situada en el tendido sol. Vino Fernando Marías, vinieron David Torres y Beatriz, vino Begoña Orellana, la cara amable y los ojos bonitos de la Feria del Libro de Valladolid.

Cuando se cerró la Feria pensé que empezaba una etapa de tranquilidad. Y una leche. Porque en el mes de junio los actos culturales se multiplican como setas tras la lluvia. Ayer, presentación de Hijos del Fin del Mundo, de Espido Freire, con un fiestón en Lavinia que sólo ella es capaz de organizar, y en la que los autores compartimos vinos estupendos con actores, empresarios y figuras de la crónica rosa. Tengo que preguntar a Espido - radiante en un traje morado y espectacular - cómo se lo monta.

Cuando me despedía de ella, se lamentaba de que se le habían colado tres canaperos. Son personajes muy conocidosen Madrid, capaces de colarse en cualquier reunión de tronío, camelarse al camarero y ponerse ciegos de gambas con gabardina, jamón ibérico o lo que se tercie. Yo le dije a Espido que la presencia de canaperos es la prueba del nueve de cualquier sarao con mayúsculas. En los míos, nunca se cuela nadie.

Hoy, otra presentación,la del libro de Carmen Garijo, subdirectora de la revista "Glamour" y una de las personas más simpáticas del periodismo madrileño. Nos convoca en un showroom de la calle Orellana, y promete copas "y unas cremitas". Allí estaré.

Mañana, entrega de los premios de novela corta del Club Zayas, de los que soy jurado. Ha ganado una novela excelente, lo cual siempre es una alegría. Y después, zumbando a la inauguración de la exposición de los hermanos Garrido, Juan y Paloma, orfebres talentosos y buenos amigos que trabajan la plata como nadie. Tienen público entusiasta en Londres y en Nueva York, y por fortuna el mercado español empieza a demostrarles el recnocimiento que ya tienen fuera.

El viernes me voy a Las Palmas a hacer desde allí "Al sur de la semana". Como soy un poco de allí - mi abuelo materno era canario - esa tierra me tira, y me encuentro muy bien entre su gente. Y, en cualquier caso, será una buena ocasión para estrenar el bañador


Y el lunes, la que puede ser la fiesta de la temporada: la presentación de la última entrega de la trilogía Millenium. El embajador de Suecia, el alcalde de Madrid y Lorenzo Silva presentarán "La reina del palacio de las corrientes de aire", y lo harán a lo grande, en los jardines de Cecilio Rodríguez, con música y copas, y el recuerdo de Larsson flotando entre nosotros y recordando, supongo, que teníaprevisto escribir otros siete libros.

viernes, 12 de junio de 2009

207

Fue el número de visistas que tuvo ayer mi blog. Record absoluto desde que lo abrí, casi el doble de lo que suelo tener a diario. Ignoro las razones de este ascenso desmesurado e inexplicable pero bienvenido sea, aunque sospecha que la afluencia más bien masiva a mi web viene de la mano de un reportaje que publica el Faro de Vigo donde se me piden - como no - declaraciones sobre el conflicto lingüístico gallego. Curiosamente, de todos los escritores entrevistados soy la única que reconoce que el conflicto es real como la vida misma. Me da la sensación de que para el resto - Suso de Toro, Rosa Aneiros... - lo que esta ocurriendo es en realidad una forma de teoría de la conspiración que vive en mentes enfermas como la mía.

A estos señores tan satisfechos con las libertades lingüísticas les sugeriría que echasen un vistazo a la casa de Gloria Lago, decorada con pintadas amenazantes por los borrokiñas. Y luego que digan otra vez que aquí no pasa nada, que es, por cierto, lo mismo que te aseguran algunos en el País Vasco: "no, si aquí todo está muy tranquilo, sólo tiene problemas en que se los busca".

Es decir, que si estás en tu casita, con la puerta cerrada y la boca cosida, nadie te va a ir a buscar las cosquillas. Es decir, que si Gloria Lago no intentase ejercer su derecho de hablar y escribir en castellano cuando le salga de la oreja, nadie le hubiese reventado el coche ni hubiese puesto su nombre en medio de una diana.

Claro como el agua. Si es que los que tenemos líos es porque los vamos pidiendo a gritos. Con lo fácil que es estar tranquilo.

Lo que pasa es que algunos, como una servidora, nos negamos a vivir en una realidad paralela, a meter la cabeza debajo de la almohada o a hacernos el avión.

Hace unos meses estuve dando una charla en un colegio en Galicia. Una de las profesoras se dirigió a mí en castellano bajando la voz, para luego explicarse: "Es que al director no le gusta que hablemos en español dentro del centro".

Qué bonito ¿verdad?

Lo que yo me pregunto es si Suso de Toro, Rosa Aneiros y todos los que aseguraban que en Galicia vivimos en una hermosa paz idiomática se enteran de estas cosas. A lo mejor es que nadie se las ha contado, y por eso están tan contentos y tan felices y dicen a los periódicos que la vida es bella y aquí nos llevamos todos muy bien.

¿Conflicto? Qué va. Eso se lo inventa Marta Rivera de la Cruz.


En fin, cambiemos de tema. De momento, porque volveremos a hablar de lo mismo. Los chalados es lo que tenemos, que insistimos mucho en nuestras paranoias.

El domingo se acaba la Feria del Libro. Lo confirmaré la semana que viene, pero parece que los resultados para los libreros han sido buenos. Yo estaré aquí:

El sábado de 19.00 a 21.00 en la caseta de Anaya, que es la 190
El domingo, de 12.00 a 14.00 en la caseta de La Regenta, que es la 61
El domingo, de 19.00 a 21.00, en la caseta de Antonio Marchado, que es la 160

Y luego, a empezar otra vez a escribir. Tengo una idea buena para hacer una historia muy distinta a las que he escrito hasta ahora, y no sé si me atreveré con ella. En fin, estos días serán de reflexión.

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lunes, 8 de junio de 2009

Feria, feria, feria

La del Libro de Madrid, naturalmente. La Feria por excelencia, que mejora de año en año y que es la envidia de todos cuantos la visitan. Me lo decía el viernes el escritor francés Enric Emmanuel Schmitt (lo conocéis como autor de "El señor Ibrahim y las flores del Corán")
- Es increíble lo que tenéis aquí. Nunca había visto una cosa igual.
Y eso que este hombre lleva encima más Ferias que la Pantoja. Las ventas de sus libros se cuentan por millones y ha recorrido medio mundo promocionado sus novelas.

Gracias a Laura Freixas y la Embajada Francesa, Scmitt y yo mantuvimos una charla pública en uno de los pabellones de la Feria. Sólo le conocía como autor, y descubrí a un hombre fascinante y a un conversador modélico a quien no han envanecido los ejemplares que vende ni la adoración de los lectores. Una delicia de persona, vaya, y fue un honor compartir con él una hora de charla.

El sábado por la tarde firme ejemplares en la caseta de la Librería Neblí, el domingo por la mañana estuve en "Punto y coma", y el domingo por la tarde en "Aviraneta". Buenas firmas - todavía no me creo los 57 ejemplares que firmé en Neblí - y buenos ratos de charla con los libreros, que dicen, sin atreverse a creerlo, que las ventas van incluso mejor que el año pasado. Ojalá sea así. Porque las librerías pagan una pasta por instalarse en el Retiro - dos mil euros del ala, nada menos - y merecen que les salgan bien las cosas.

Lo cierto es que da gusto ver el Retiro a reventar de familias que acuden cada año al reclamo de los libros, y que se van con las bolsas cargadas. Tenían razón Schmitt: es una suerte.

El sábado, copa con amigos escritores: Ángela Vallvey, Ricardo Artola, Marcos Giralt, David Torres, Martín y Nico Casariego brindaron por mi peligrosa aproximación a los cuarenta. Lo pasamos muy bien, primero en Puro Placer y luego en Cock. Me retiré tarde y con varios gintonics encima que me recordaron al día siguiente que los años no pasan en balde. ¿Dónde está aquella época en que podía tomar todas las copas que me daba la gana, y con dormir seis horas iba perfecta? Respuesta: se quedaron en los veinte años, de lo cual hace ya demasiado tiempo.

El domingo, cumple familiar de mi sobrina Marta. Cinco años. Le regalé el cuento de Alicia en el País de la Maravillas y quiso que le ayudara a soplar las velas, todos un honor. Mi padre se pasó la noche pendiente de la radio para seguir el resultado de las elecciones europeas. A mí lo que más me preocupaba es que se diese un buen batacazo la chusmilla de Iniciativa Internacionalista, y mis deseos se hicieron realidad: se quedaron sin escaño. Para que el placer fuese mayor, en mi tierra gallega el castañazo fue monumental: poco másde tres mil votos. Y en mi Lugo, donde la gente lista se da tan bien como los carballos y los castaños, sólo 275 votantes dieron su apoyo a los amiguitos de Otegi. En eso pensaba cuando me fui a dormir.

Por la mañana me llamó mi editora con una buena noticia sobre "La importancia de las cosas". Sigue yendo bien, y teniendo en cuenta que han pasado casi tres meses desde que salió, creo que tengo derecho a estar contenta.¡A ver si aguanta hasta septiembre!

Esta tarde, Marcial y yo hicimos una visita al Mercado de San Miguel, que ha sido renovado y convertido en un lugar para disfrutar de los mejores productos de la gastronomía nacional. Cualquier cosa que se despacha en los puestos puede consumirse allí mismo. Estaba a reventar de extranjeros que flipaban con los artículos... y con los precios, que digan lo que digan son bastante razonables. Si no conocéis el sitio, de verdad que merece una visita. Como también la web de mi amigo Javi Ochoa, que acaba de salir y que os recomiendo: www.vinoturismorioja.com

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jueves, 4 de junio de 2009

Feria del libro

Viernes - a las ocho de la tarde, diálogo con el escritor francés Eric Emmanuel Schmitt

Sábado - de 19 a 21, firma en Neblí (Caseta 109)
Domingo - de 12 a 14, firma en Punto y Coma (Caseta 167)
Domingo - de 19 a 21, firma en Aviraneta (Caseta 209)

Por allí os espero, si pasais por la Feria

martes, 2 de junio de 2009

39

Dentro de dos días, el cuatro de junio para ser más exactos, cumplo 39 años. Ahí es nada: la frontera de los treinta de la que hablaba Sabina.

A mí los cumpleaños siempre me han gustado. Desde pequeña. Porque había regalos, tarta, fiesta con las amigas y sensación de protagonismo en general. Cuando estaba en el colegio, toda la clase me cantaba a grito pelado el "Feliz feliz en tu día",mientras repartías caramelo al ritmo de la cancioncita de marras. Luego, en el Instituto, ya no dabas golosinas - hubiera sido una coña marinera - pero invitabas a unas cocolas con patatas fritas y ketchup, en mi caso en una hamburguesería rezumante de grasa que se llamaba Tiroler Hutt. En la Universidad comprabas botellas y hacías botellón con los amiguetes, aunque, eso sí, lo dejábamos todo muy recogido, no como ahora, que tras el botellón del viernes parece que han pasado Atila y todos los hunos. Luego, ya pasada la veintena, montaba fiestecitas en casa con más o menos desparrame según la ocasión, las ganas, y el presupuesto.

Este año me voy a ir a cenar con Marcial, y luego a lo mejor les pago unas copas a los amiguetes.Porque yo soy de las que pienso que los cumpleaños hay que celebrarlos. Para ser más exactos, soy de lasque cree que hay que celebrarlo TODO, por si acaso undía te montas en el avión equivocado y te vas al carajo para siempre nunca jamás.

Y encima, no me importa en absoluto cumplir años. Nada de nada. Aunque, para que nos vamos a engañar, la edad nos cambia. Y nos hace sentir algo más inseguras. Lo admití hoy por primera vez, cuando iba caminado por mi calle en obras, encaramada en unos tacones demasiado altos y luciendo pierna por primera vez en el año - el termómetro marcaba los treinta y tres, y ya no podía soportar los pantalones -

El caso es que pasé por delante de tres obreros, aunque para ser políticamente correctaquizá debería decir trabajadores de la costrucción, que dedicaron media docena de comentarios procaces, uno de los cuales, por cierto, iba dirigido a mi trasero de casi cuarenta años.

Hace una década hubiese fulminado con la mirada a la pandilla de ordinarios y habría puesto cara de profundísimo asco. Hace dos - lo hice una vez - les hubiese obsequiado con un corte de mangas de esos que suenan como un tiro. Pero como voy a cumplir treinta y nueve años, me limité a levantar la barbilla, calarme las gafas de sol y esbocar una media sonrisa diciéndome a mi misma "nena, tú vales mucho".

Así que eso es lo que nos queda de la profundidad intelectual, cinco novelas y muchas horas de trabajo para que te tomen en serio. Un piropo más bien hortera pronunciado entre dientes por un mastuerzo te alegra el día. Se supone que con la edad uno se vuelve más sabio, pero parece ser que a mí los años me vuelven un poquito más gilipuertas.

Luego comí con Espido Freire en un japonés, y pensé una vez más que esta chica es más lista que la mayoría de la gente que conozco. Lo pasamos muy bien. Después me fui a Radio Nacional, a grabar con Luis Suñén un programa para radio clásicaque se llama "Juego de espejos", y en el que, durante una hora, se te entrevista mintras suenan unaserie de piezas clásicas que has seleccionado.

Yo elegí un aria de Flotow, la obertura de "la Urraca ladrona", de Rossini, "Por las estepas del Asia Central", de Borodin y El "Vals Triste", de Sibelius. Y también "Volver", de Gardel y "Night and Day", de Cole Porter, que digan lo que digan los puristas también son clásicos. Y encima, Luis Suñén me encontró una versión de Billy Holiday que me puso la carne de gallina. Salí de la radio feliz por reencontrarme con Suñén, que es un viejo amigo y una gran persona.

Acabé la tarde conociendo a Iciar, la tercera hijade mi amiga Blanca. Una cosa pequeñita y preciosa, de ojos enormes y negros. Cuando le di el primer beso en la cabeza pelona, pensé en todas las cosas que le quedan por vivir a esa niña antes de llegar a los treinta y nueve. Y le deseé, en silencio, una vida feliz y llena de cosas buenas, donde lo de menos sea cumplir años.